
Recogemos el tenor literal de un documento que nos fue remitido días atrás por una persona que hasta hace poco ocupaba el cargo de Coordinadora Administrativa Financiera en esa universidad (con minúsculas: por desgracia no da para más), que ha visto atropellado el ejercicio de sus derechos a la maternidad y la lactancia. Desde aquí expresamos nuestro más enérgico rechazo y denunciamos los abusos que una y otra vez se cometen en una institución universitaria que debiera ser ejemplar.
Afortunadamente en el curso de estos días se han registrado novedades que han cambiado la trayectoria del atropello, que se ha vuelto contra sus autores. De ello daremos cuenta en la próxima entrada.
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Como mujeres, asumimos un sinnúmero de papeles en la sociedad: madres, trabajadoras, compañeras, cabezas de hogar, y en muchos casos, el único sustento para nuestras familias; sin embargo, todo esto no permite superar, ni desterrar de una vez por todas, la mentalidad machista patriarcal instalada en distintos espacios de la sociedad, en los cuales nos vemos forzadas a convivir, sometidas por el miedo, la presión social, o la simple verticalidad masculinizante del poder que menosprecia y diluye todo intento de generar transformaciones que nos reconozca e iguale en derechos y responsabilidades.
Mi nombre es María Salomé Córdova Viteri, y hasta hace poco me desempeñaba como Coordinadora Administrativa Financiera en la Universidad Nacional de Educación –UNAE (entidad del Estado), en la ciudad de Azogues; no obstante, fui notificada de mi desvinculación laboral mientras gozaba de mi derecho a la maternidad que me otorgan la Constitución, las leyes y, sobre todo, mi condición de persona vulnerable como grupo de atención prioritaria. Hoy ese derecho ha sido transgredido y conculcado por la Universidad Nacional de Educación, a través de su máxima autoridad y de su equipo jurídico.
Suena irónico y hasta inverosímil que la UNAE, entidad de la cual soy parte y de la que me considero una fundadora más (desde mayo 2015), haya adoptado este tipo de actitudes. Recordemos que se trata de una universidad que tiene como misión la contribución a la formación de educadores y pedagogos que transformen el Sistema Nacional Educativo a fin de construir una sociedad justa, equitativa, libre y democrática; y que se plantea como objetivo fundamental promover la educación para formar personas no sexistas, y contribuir de forma audaz, ética e innovadora por medio de la educación al logro de una sociedad más justa, despatriarcalizada, intercultural, equitativa y solidaria.
En este contexto, dada mi situación, con una niña de apenas meses de nacida bajo mi cuidado, me surge la inquietud de si la UNAE, con sus autoridades, se ha cuestionado si en realidad está cumpliendo con la misión y los objetivos antes señalados, y si de verdad en sus cátedras se transmiten a los estudiantes valores como la justicia, la democracia, la educación despatriarcalizada, la solidaridad, la equidad; y, sobre todo, si se lucha contra cualquier práctica que violente o pretenda violentar tales preceptos. En verdad resulta muy doloroso pensar que se trata de simples enunciados y alegorías para adornar alguna pared y que constituyan sólo la carta de presentación de esta institución, cuando en la práctica existe una clara fractura en los valores por parte de quienes regentan esta prestigiosa alma mater.
Por eso no logro aún entender la manera desconsiderada, inescrupulosa y hasta vulgar de su accionar, como tomando ventaja de que me encontraba dentro de mi periodo de maternidad, sin que aún me correspondiera reintegrarme a mis funciones, para despedirme.
¿Acaso no es eso abuso de poder y ejercer una posición autoritaria, machista y déspota sobre mi integridad personal y la de mi hija recién nacida? Habiendo puesto en su conocimiento la grave vulneración a mis derechos como madre, y solicitado que se reconsiderara una decisión absurda e ilegal, el día en que me reintegré, una vez finalizado mi periodo de maternidad, buscando conocer cuál era la resolución de la UNAE, fui una vez más discriminada en el trato por la propia Unidad de Talento Humano, sin que ninguna persona atendiera a una funcionaria de la que se había alabado hasta entonces su gran trabajo y calidad laboral.
No alcanzo a entender el actuar de ciertos funcionarios que, sin argumentos, se mantenían en su abusiva decisión, tal vez escudados en una Patente de Corso imaginaria que les concede la posesión de un cargo y el “poder” correspondiente, interesados sólo en defender sus intereses particulares y egoístas.
Yo tomé una decisión de vida al procrear a una hija, y mi nueva visión es velar por su protección íntegra, por lo que decidí presentar una Acción de Protección para hacer valer mis derechos, misma que me fue otorgada por la JUSTICIA, que le hizo entender a la UNAE que se vulneró el derecho supremo, puro y sagrado de una madre a su maternidad y lactancia. Lo lamentable es que era lo mismo que quise hacer entender a la Institución, y no entendieron o -lo que es más grave- no quisieron.
Quiero que la opinión pública, autoridades, servicio público, representantes de movimientos por los derechos de las mujeres, todas y todos; y, en general, toda la Sociedad conozcan mi caso, y no permitan o peor aún no sean cómplices de una situación igual.
El lema de la UNAE reza: “todos los días aprendes algo, todos los días enseñas algo”. Espero que mi caso no sea lo que se enseña, y que sí se haya aprendido que quien actúa sobre lo que la naturaleza manda no caerá jamás de pie.
Me pregunto qué hace una mujer vulnerada en sus derechos humanos, la compañera de a pie que día a día lucha contra las indolencias de esta sociedad machista e injusta, sin apoyo ni recursos, que desconoce la ley y no cuenta con el apoyo legal, que no tiene una pareja a su lado o que simplemente no tiene fuerzas; ¡pues hoy va mi lucha por los derechos de todas y por mi amada hija Victoria!
Por favor ayúdame compartiendo.