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Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades


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Raúl Andrade Gándara. Se perdió la batalla

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Las perspectivas analíticas y los enfoques críticos del texto de Andrade Gándara que se reproduce a continuación podrán no ser compartidos por muchos de nuestros lectores, pero no dejan de ser indicativos del modo en que sectores muy amplios de la ciudadanía ecuatoriana enfocan la evolución posterior de los acontecimientos que llevaron al presidente Lenín Moreno a recular en la puesta en marcha de un polémico paquete de medidas económicas, torpemente expuestas e inoportunas en cuanto a su inmediata aplicación, por cuanto lesionaban intereses de sectores claves del país.

Para una comprensión mejor de lo que ahí se plantea recomendamos la lectura de un excelente artículo de Andy Robinson aparecido en La Vanguardia de Barcelona el 4 de noviembre.

Sería muy deseable que en torno a estas cuestiones se promoviera un debate que permita contrastar argumentos y discutir puntos de vista, siempre con apego a las recomendaciones que expusimos en una reciente entrada del blog: Cómo hablar de política sin pelearse.

Éste es el escrito de Raúl Andrade:

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La debilidad del Gobierno, camuflada por sus adeptos con eufemismos humanistas, aplaudida por los lambones de siempre y parchada con baba, acaba de explotarle en el rostro. La negativa al diálogo, la actitud díscola de los dirigentes y la propuesta final de la CONAIE revelan lo que señalamos de antemano. No vinieron a negociar, sino a imponer. Envalentonados por la reculada del Lcdo, han puesto sobre el tapete una serie de medidas regresivas tan absurdas, como sería la de pedir a su vaquita que aumente su producción al doble, para cubrir las necesidades de toda la tribu. Se trata pues de extorsionar al sector privado productivo para que financie los desequilibrios económicos del Estado y las necesidades de equidad de sus Comunidades. Algo que son incapaces de aumentar en sus tierras, la productividad, es lo que demandan de quienes sí lo han logrado.

Probablemente lo más penoso de este sainete es que haya economistas dispuestos a avalar estas propuestas, destinadas a destruir la materia en la que se especializaron. Si cualquier Gobierno aceptara esos planteamientos, en pocos meses bajaría la recaudación a tales niveles que el déficit sería aún mayor e inmanejable. La receta populista de quitarle al rico para darle al pobre únicamente logra el aumento del número de pobres, ahuyenta a los más ricos hacia otras fronteras y desarma el ciclo económico, porque no hay manera de aumentar el número de mantenidos sin afectar a los que deberían mantenerlos. Ahora bien, si los inefables economistas que propugnan estas propuestas tienen como fin último destruir la economía del país, por allí sí van por buen camino.

Cerrar el paso a la inversión extranjera resulta obvio, si la finalidad es destruir la economía de mercado. Convertir al mercado interno en un corralito únicamente logrará despertar la codicia de las gallinas pero terminará disminuyendo su alimento. El planteo de disminuir el IVA suena atrayente pero la pregunta es: ¿cómo se cubre el déficit resultante? Es un camino sin salida. El Estado no ha logrado, ni logrará reducir su tamaño, porque va contra su dinámica. Llevamos décadas en la búsqueda del mejor sistema para lograr la concesión o privatización de algunos de los servicios públicos. Los intereses políticos lo han impedido hasta hoy.

Y en el interim el Estado ha seguido aumentando su tamaño y sus requerimientos de capital. Para evitar la protesta y el autoanálisis, la solución ha sido endeudar al Estado, hipotecar la producción petrolera y asaltar el IESS para solucionar las carencias de hoy y dejar al que venga después la tarea de enfrentar el desastre fiscal, hasta que la deuda se vuelva impagable y la crisis explote.

Aplaudí, como millones de ecuatorianos, la decisión de aumentar los precios del combustible, pero dentro de un marco de austeridad fiscal y reducción del tamaño del Estado. Con la misma energía critico hoy la debilidad del Gobierno, deploro que haya elegido un camino sin salida, lamento que una minoría sin representación nacional se haya arrogado las funciones que nadie les otorgó, y expreso mi preocupación por el giro que están tomando los acontecimientos.

Se ha cumplido un mes de la intentona golpista, los responsables están sueltos y sentados en una mesa que se tomaron por la fuerza, y pretenden imponer sus sinrazones a vista y paciencia de un Presidente secuestrado por sus titubeos. La captura de algunos complotados no alivia la sensación de vacío de autoridad que se respira en el ambiente. Los analistas serios ratificarán la imposibilidad de cumplir con las propuestas pomposas de un Parlamento sin autoridad y con pobrísimos conocimientos de economía.

Y nos veremos nuevamente enfrentados ante lo deseable y lo posible. La historia nos ha enseñado que las retiradas estratégicas llevan con frecuencia a enfrentamientos posteriores, con mayor alcance de lo que se pretendía evitar. Hago votos para que el gobernante rescate su autoridad extraviada y el país sienta una mano firme en la dirección de sus destinos…ojalá. Se perdió una batalla. Hay que aceptarlo. Reunir fuerzas y volver por el sendero correcto es la manera de enfrentar las consecuencias. Lo demás es fraseología barata. La crisis está ad portas. No nos engañemos


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Manuel Ferrer. Ecuador: una oportunidad perdida

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Ecuador ha regresado a una aparente normalidad, como si nada hubiera ocurrido, como si las vidas humanas que se cobró la revuelta fueran un simple instrumento de pago. Aparentemente, como por arte de magia, la mediación de ONU y Conferencia Episcopal Ecuatoriana produjo el milagro de que en muy pocas horas el conflicto pareció desvanecerse y se restauró como por arte de magia el mejor de los mundos posibles, en cuyo advenimiento colaboraron tanto un Gobierno esclavo de sus compromisos con el Fondo Monetario Internacional como unas dóciles organizaciones indígenas despertadas súbitamente de su sopor por mandato de sus dirigentes.

Pero la realidad se aleja mucho de esa supuesta idílica y mentirosa reconciliación.

La torpeza del presidente de la República y de su equipo de gobierno y las brutalidades de las fuerzas del orden público a nadie han pasado inadvertidas. Moreno está ya amortizado, a ojos de la inmensa mayoría social. Si quedaban dudas sobre sus condiciones de gobernante, el cúmulo de errores cometidos en muy pocos días lo sitúa en el cénit de la incompetencia. De aquí al final de su mandato está condenado a ser un pelele en lucha por la supervivencia a quien nadie podrá tomar en serio.

Otras figuras políticas, merecedoras hasta hoy de reconocimiento, han perdido todo crédito al haber trascendido sus manejos y sus intereses. Resulta patético el caso de Ayala Mora, que ingresa por derecho propio en el cementerio de elefantes del que nunca más regresará. Su odio al correísmo y su íntimo desprecio a los ‘indios’ han salido a la superficie merced a un audio difundido por las redes sociales en el que el connotado académico y político socialista deja entrever su desapego del movimiento indígena y de los gremios de trabajadores.

Nebot y Viteri han atizado la hostilidad entre serranos y costeños, enlazando con una penosa tradición que se remonta al siglo XIX. Y Lasso, como en él es habitual, ha mantenido un perfil bajo, con escasa capacidad de liderazgo, a pesar de la cordura de sus puntos de vista en defensa de la República, la Democracia y la Civilidad.

Los correístas han quedado al descubierto como toscos manipuladores que han permitido al inepto presidente de la República servirse de ellos como cabezas de turco sobre las cuales descargar toda la responsabilidad, asociados a sus periclitados amigos chavistas, incapaces de asumir que su tiempo histórico ya pasó y que Maduro no es sino la torpe y dictatorial reencarnación de Chaves que caerá del poder por méritos propios. La persecución emprendida contra algunos de los dirigentes correístas y el victimismo con que éstos se han presentado a la opinión pública, que los ha ignorado, corroboran el final de un ciclo histórico que pudo ser glorioso y se cerró abruptamente cuando empezaron a salir a la superficie prácticas sistemáticas de corrupción gracias a la traición leninista.

La CONAIE, aparentemente vencedora del pulso con el débil e inepto Ejecutivo de Moreno, ha vuelto a demostrar que sólo logra acaparar los focos mediáticos cuando de hacer ruido se trata. Eficaz en las labores de destrucción y de movilización de acarreados indígenas, volverá a fracasar en la elaboración de una estrategia de largo plazo que implique un programa político que involucre a todos los sectores del país.

El desenlace de esta violenta confrontación, que ha abierto profundas heridas en la convivencia ciudadana, no puede ser más dramático. Todos son perdedores, también el sector indígena, satanizado por las clases medias urbanas como responsable de desmanes y destrozos, y como insolidario con los restantes grupos étnicos del país a los que no ha incorporado en sus demandas. Afrodescendientes y montubios, desmovilizados, vuelven a dejar pasar una oportunidad para demostrar que tienen algo que decir y que aportar a la política nacional.


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El FMI en el origen de la actual crisis en el Ecuador

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Remitimos a nuestros lectores a esta entrevista con el Eco. Pablo Dávalos, en la que se hace un análisis en profundidad de las previsiones del FMI de crecimiento negativo de la economía ecuatoriana y de sus propuestas de reducción drástica del gasto público, que comportarán -entre otras consecuencias- una preocupante desinversión. En último término, la falta de liquidez resultante de la aplicación de estas políticas podría conducir a la desdolarización del Ecuador.

Acceso a la entrevista


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Manuel Ferrer. La CONAIE cierra las vías de diálogo con el Gobierno de Lenín Boltaire Moreno

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El acuerdo adoptado por la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) el 10 de octubre establece unas condiciones que, en la práctica, inhabilitan cualquier vía de entendimiento con el Gobierno de Moreno:  que el FMI salga del Ecuador y que sean separados de sus cargos la ministra de Gobierno y el ministro de Defensa. Asimismo, ese documento explicita que el móvil del levantamiento no ha sido sólo la eliminación del subsidio de la gasolina, sino “evitar que nos hipotequen el futuro, y que paguemos con hambre y pobreza de dos y tres generaciones lo que no frenamos a tiempo hoy”.

Así las cosas, no hay salida negociada a la vista, y empieza a cobrar cada vez más visos de verosimilitud la salida del Gobierno de Lenín Boltaire. Eso sí, si ésta llegara a producirse, Moreno habría hecho una brutta figura, y se abriría un interrogante angustioso sobre el inmediato futuro del Ecuador, pues tanto la opción Lasso-Nebot como la opción Correa suscitan rechazos viscerales de sectores muy amplios de la población y ninguna de ellas concita el imprescindible consenso.

El camino de la concordia parece inviable, y Ecuador se aboca a un drama político de tamaño descomunal que amenaza con envolver al país en una situación de gravísima incertidumbre.


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La última moda en las universidades ecuatorianas

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Nos llegan noticias de que en muchas universidades -sería el caso de la Central de Quito y de la Vargas Torres de Esmeraldas, por citar dos polos extremos-, los profesores vinculados a la institución por contratos ocasionales están cobrando exclusivamente los meses en que imparten docencia. Y no perciben ingreso alguno el resto del tiempo, que puede alcanzar hasta dos meses.

Cuesta imaginar mayor precariedad laboral, pero no, en Ecuador todo es posible, y el vicepresidente de la República anuncia para este domingo una reforma laboral que empeorará aún las condiciones de los trabajadores.

¿Quién se explica el empeño de Lenin Moreno por acceder a la Presidencia, a cualquier costo, para exhibir ante el pueblo ecuatoriano su incapacidad para mejorar las condiciones de vida de la población?


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Manuel Ferrer Muñoz. Tedio y decepción, los compañeros de una emigrante retornada

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Después de haber compartido con los lectores del blog pensamientos muy personales que ocuparon mi mente durante una convalecencia de tres semanas en un hospital de Gran Canaria (España), no me resisto a trasladar copia de algunos pasajes de un escrito recibido de una compañera de nacionalidad española regresada recientemente a nuestro país con la que he compartido experiencias en universidades ecuatorianas a lo largo de los cinco años precedentes.

La única condición que me impuso esta colega y amiga para publicar el texto que se reproduce a continuación ha sido el respeto de su intimidad: por razones más que convincentes prefiere que no se dé a conocer su nombre, consciente de que algunas de sus manifestaciones podrán herir la susceptibilidad de amigos y colegas.

Formuladas estas advertencias previas, cedo la pluma a una universitaria a quien ustedes leerán ciertamente con asombro y estupefacción. En lo que a mí respecta, he de reconocer que la lectura de estos párrafos no sólo no me ha causado ninguna extrañeza, sino que incluso me ha permitido establecer sorprendentes paralelismos con mi experiencia personal.

Estimado amigo:

Después de una larga incomunicación, atribuible a la dureza de las circunstancias que han rodeado el día a día de mi familia durante casi un año, paso a exponerte la situación que originó nuestro retorno y el actual panorama a que nos enfrentamos. Debes saber que, de un modo casi impremeditado, volvimos a España hace diez meses, porque las condiciones de trabajo en Ecuador empeoraban a ritmo preocupante y se hacía inviable la permanencia en un país que había dejado de constituir un contexto atractivo y prometedor para los que habíamos llegado desde el extranjero.

Ecuador atrajo en su momento a profesores universitarios de otros países como estrategia para la mejora de la educación superior (tú y yo acudimos ilusionados a ese reclamo), pero las cosas empezaron a cambiar hace ya unos cuantos años, y poco a poco fue haciéndose obvio el designio de prescindir paulatinamente de los extranjeros para sustituirlos por nacionales. Conoces de sobra, por experiencia propia y ajena, el sistemático recurso a tretas, acosos, injurias y amenazas para desalentar a quienes habíamos dejado de ser bienvenidos, con el declarado propósito de convertirnos en “bienmarchados”. Con ese empeoramiento brusco de las condiciones de trabajo, muchos nos sentimos empujados a buscar vías de escape para no vernos sometidos a los caprichos de los señoritos de turno. Me consta, Manuel, que tú te viste forzado a comulgar con ruedas de molino y que, si aguantaste el tipo durante tanto tiempo, fue por tu responsabilidad de padre de familia.

He llegado a la dramática conclusión de que, en realidad, la educación superior no interesa en Ecuador (ocurre lo mismo en otros países de la región), y que sólo importa mantener una burocracia que sirva a los intereses creados y dé cobertura legal a prácticas muchas veces corruptas, sin que importe poco ni mucho la competencia profesional de los que ocupan cargos a los que se asocia una cuota de poder: basta que obedezcan las consignas y guarden las apariencias.

Así que, a la vista de esas circunstancias, mi marido y yo tomamos la decisión de retornar para buscar oportunidades que nos abrieran mejores horizontes laborales, aun cuando el presente de España siga siendo muy difícil, por la falta de oportunidades de trabajo y la inutilidad de los esfuerzos supuestamente acometidos por los gobiernos para combatir el desempleo. Al menos sentimos el calor del terruño y el afecto de la familia y de los amigos; y, cómo no, disfrutamos con la espontaneidad y la franqueza de la gente de a pie, tan alejada de los patéticos y encopetados espantapájaros incrustados en puestos de relevancia académica de las universidades ecuatorianas, que tanta repugnancia nos inspiraban.


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Esthela Alfonsina Andrade Ortega y Manuel Ferrer Muñoz, Panorama de la Educación Superior en Ecuador: Un enfoque crítico

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Desde hace ya unos cuantos años, Alfonsina Andrade y Manuel Ferrer vienen llevando a cabo sucesivas investigaciones en torno a la situación que vive la educación superior en el Ecuador, después del impulso que recibió con el acceso a la Presidencia de Rafael Correa.

Ya en una entrada anterior de este blog mencionamos una ponencia presentada por estos autores en el II Congreso Universidad Ecuador. La universidad y la agenda 2035 para el desarrollo sostenible, que se celebró en Otavalo en 2017. Y no han sido los únicos trabajos que han realizado conjuntamente.

Acaba de publicarse Esthela Alfonsina Andrade Ortega y Manuel Ferrer Muñoz, «Panorama de la Educación Superior en Ecuador: Un enfoque crítico«, Revista Sarance, 44, agosto de 2019, pp. 7-21, del que recogemos su resumen:

Este artículo tiene como objetivo realizar una reflexión y una clarificación conceptual en torno a nociones que, en el actual contexto académico, se han convertido en claves de la política universitaria: excelencia, calidad, innovación, autonomía y responsabilidad social. Para la realización del presente estudio se han analizado y comparado documentos expedidos por instituciones internacionales y nacionales sobre educación superior con las políticas públicas implantadas en el Ecuador a partir del año 2010.

A pesar de que estas políticas pretendían corregir las falencias del sistema de educación superior del país, no han logrado solucionar problemas estructurales, como la burocracia o la mercantilización de la educación. El texto de este artículo representa un esfuerzo importante para el análisis de la autonomía universitaria, en un contexto de tensiones en la relación universidad, estado y mercado, y atiende también al modo en que se concretan en las instituciones ecuatorianas de educación superior los valores arriba enunciados: excelencia, calidad, innovación, autonomía y responsabilidad social.

Andrade y Ferrer proyectan una investigación de hondo calado, que requerirá una dedicación casi exclusiva durante los próximos años. Para ello buscan financiación que les permita centrarse con carácter preferente en esta tarea, sin distracciones que estorben la necesaria concentración.

Desde aquí hacemos una llamada a posibles entidades financiadoras para que patrocinen un proyecto que, si logra alcanzar todos sus objetivos, constituirá un aporte importantísimo para la imprescindible y urgente reforma en profundidad que reclama la educación superior en el Ecuador.


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Hamerly, Michael T., Bibliografía histórica del Ecuador

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The last bibliographic guide to Ecuadorian historiography was published in 1978. Since then a veritable explosion of library materials on the history of Ecuador has occurred. Literally thousands of new books, articles, and doctoral dissertations in the Humanities and Social Sciences, relating to the past of Ecuador in one way or another, have appeared and continue to appear. Yet coverage of these materials in specialized as well as instandard abstracts, bibliographies, and indexes has been less than satisfactory. In this regard it cannot be overemphasized that Ecuador is one of those countries for and in which bibliographic control had yet to be achieved as of the late 1990s, and, I suspect, still remains to be achieved.

Concurrent with the explosion of publications has been the internationalization of Ecuadorian studies. Although there had always been some interest in Ecuador elsewhere in the world, there did not used to be more than a few Ecuadorianists. The relative neglect of Ecuadorian studies outside of Ecuador, however, began to be rectified in the 1970s. By the1990s, there were dozens of professionally trained scholars, in the Humanities and Social Sciences, in the United States and Canada, in France, Germany, Great Britain, Spain,elsewhere in Europe, and in other Latin American countries, actively engaged in research and publishing on a wide variety of topics having to do with Ecuador.

Acceso al texto completo


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Alexandra Kennedy-Troya, Docentes maltratados

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El escrito que hoy acogemos en la Red de SAICSHU responde a las reivindicaciones de la Federación Nacional de Profesores Universitarios y Politécnicos del Ecuador, y traza un sombrío retrato del actual panorama de la educación superior en el Ecuador. El párrafo final contiene un listado de varias de las razones por las que el director de SAICSHU, autor de estas líneas introductorias, optó por presentar su renuncia en la universidad donde desempeñaba su trabajo, en la ciudad de Ibarra.

Basado en esa experiencia personal, quien suscribe estas líneas preliminares puede dar fe de la irresponsabilidad con que actúan algunos decanos, conscientes de que son inviolables, porque fueron puestos a dedo por quienes detentan el poder (“detentan” en el sentido literal de la expresión, que puede consultarse en el diccionario de la RAE).

Asimismo constato, por experiencia propia, la descarada discriminación en la asignación horaria y el matonismo con el que se trata de amedrentar a los pocos que no se resignan a la condición de borregos, con el cobarde recurso al cese injustificado y tendencioso de la contratación laboral.

En mi caso particular agregaré que, después de haber presentado mi renuncia (las razones de esa renuncia claman al cielo), el decano de la facultad de la universidad pública donde impartía docencia en la ciudad de Ibarra dejó de entregar el preceptivo informe sobre el desempeño de mi tarea investigadora, con el descarado objetivo de impedir por ese medio que pudiera tramitar mi liquidación. Lo asombroso del caso es que, a pesar de haber denunciado esos manejos al rector de la institución, el pequeño y cobarde matón se salió con la suya. El tiempo pondrá a cada uno en su sitio.

Y ahora les dejo con el muy interesante y sugerente artículo de Alexandra Kennedy-Troya.

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La ley Orgánica de Educación Superior (LOES) expedida en el 2012 tuvo un impacto inusitado en el mundo de las universidades públicas. Supuso la pérdida de su autonomía, la centralización del poder en una figura emblemática del correato –René Ramírez- y, entre otros, la capacidad de imponer a los rectores designados por el gobierno. A su vez estos nombrarían a los decanos de las facultades dotándoles de un poder claramente alineado a los designios y necesidades del gobierno en cuestión. Se dio inicio al sectarismo y en consecuencia a la corrupción como correlato del mismo. El sometimiento se hizo cada vez más notorio, paralelo a la inyección de petrodólares invertidos en educación.

[…]

A partir de la crisis petrolera agudizada en el 2016, los recortes a la educación pública son fortísimos. Se han detenido los concursos para plazas estables; algunos decanos contratan a amigos y parientes poco preparados; hay una discriminación perversa en la asignación horaria. La frustración que viven buenos profesores/investigadores, algunos de los cuales llevan 10 o más años esperando estabilidad laboral, es inhumana. Si no te allanas, el semestre que viene sorpresivamente no te contratan. Se han perdido colegas de gran valor y se ha dejado sin voz a los contratados, atemorizados de perder su espacio. El debilitamiento del entorno educativo y la precarización del trabajo son un hecho. Se ha perdido la confianza entre docentes y sus superiores, se incrementan los chismes y las sospechas.

Texto completo en fuente original


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Albert Arnavat (dir.). Imbabura étnica, Ibarra, Editorial Universitaria Técnica del Norte, 2018.

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Manuel Ferrer, Así veo la Imbabura étnica.

Sin tiempo para reseñar este interesante libro dirigido por mi buen amigo Albert Arnavat, destaco las palabras de Michael Uzendoski, recogidas en el prólogo: el texto, ilustrado con mil hermosísimas fotografías, retrata “un mundo donde la diversidad forma parte de una nueva relacionalidad, no sólo entre humanos, sino entre humanos y la ecología”, un mundo donde encontramos diversas formas ontológicas de vivir y de pensar, “un mundo donde la cultura y la naturaleza se definen no por su separación sino por su interconexión social” (p. 12).

A ese optimismo ontológico de Uzendoski habría que contraponer la imagen de un mundo marcado por la cultura del simulacro, donde no faltan contradicciones; donde las aspiraciones desatendidas de la población afrodescendiente, tradicionalmente marginada, estallan en ocasiones de forma tumultuosa y violenta; donde los prejuicios de clase siguen imperando; donde la presencia del otro -el “venezolano”, por ejemplo- es advertida como una amenaza por los sectores sociales más conservadores, y donde la autocrítica -sería el caso de la misma entidad universitaria que avala la edición- brilla demasiadas veces por su ausencia.

Y, aunque pueda sonar a frivolidad, sería preciso añadir que no todas las mujeres de Imbabura -aunque sí la mayoría- son tan hermosas como las muchachas que aparecen fotografiadas en el texto que, en opinión de quien redacta estas líneas, adoptan poses de modelaje más propias de una revista de modas que de una publicación antropológica.

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