La publicación del informe PIRLS 2021 ha caído como un jarro de agua fría sobre la comunidad educativa en España, ya que su conclusión principal es que los alumnos de 4º de primaria (9-10 años) han empeorado en comprensión lectora, tras bajar en siete puntos respecto al anterior informe.
España alcanza los 521 puntos, lo que le hace estar por debajo de la media de la OCDE, que se sitúa en 533, y de la media de la Unión Europea, que lo hace en 528.
«Hay un uso y un abuso –no para fines educativos– de los dispositivos digitales entre los niños, que influyen inevitablemente tanto en su atención como en su comprensión lectora», advierte Javier Arroyo, CEO y cofundador de Smartick, un método nacido en España que busca maximizar la capacidad de los niños para mejorar en lectura y en la comprensión de textos complejos.
«Los niños pasan horas en TikTok y en Youtube que suman un tiempo que otras generaciones dedicaban a otro tipo de ocio, como la lectura. Cuando se lee tan poco, se aprende menos vocabulario, la capacidad de expresión no mejora, así como la de comprensión».
El informe Qustodio concluyó que los menores de 16 años pasan una media de cuatro horas diarias conectados a las pantallas fuera de las aulas. Arroyo cree que la atención de los niños «sufre una merma respecto a generaciones anteriores», lo que impacta sobre sus habilidades lectoras. «Y está comprobado que aquellos que sean capaces de sostener la atención de forma más sostenida, tendrán mayor éxito educativo y profesional en el futuro», augura.
Participan en esta tertulia Andrés F. Cardona (Colombia), Jacqueline Murillo Garnica (Colombia) y Juan Almagro Lominchar (España), con la moderación de Manuel Ferrer Muñoz (España).
Entre otras preguntas que se han debatido podríamos destacar las siguientes:
-¿No estará pensado nuestro sistema universitario para una sociedad que ya no existe?
-Cuando lo único que importa es la obtención de un título académico, ¿qué papel corresponde a los valores, a los ‘conocimientos inútiles’, en la educación universitaria?
-Somos muchos quienes opinamos que la injerencia del Estado en el ámbito educativo obedece a intereses espurios, y busca más bien el control de los ciudadanos para asegurar su docilidad y sumisión a los que se han erigido en representantes de la soberanía nacional. ¿Qué opinas al respecto?
-¿Podría analizar la ecuación Tecnologías digitales-El papel del maestro en los procesos educativos? ¿Qué papel debe desempeñar el profesor universitario si, en la práctica, la formación que se facilita en las universidades se limita a la transmisión de conocimientos y abdica del compromiso educativo?
-¿Qué tipo de educación se precisa para hacer frente a los retos de nuestras sociedades contemporáneas? ¿Responde la Universidad a las expectativas de vida de nuestros jóvenes?
-¿Qué hacemos para reflotar la Universidad en una sociedad que da la espalda a los grandes problemas de la existencia humana, que desprecia la cultura como un saber inútil?
Durante la estancia en Cuba de un español con beca de Formación de Personal Investigador (FPI) para realizar su tesis doctoral, un cubano, profesor universitario, le contó que había renunciado a su puesto en la universidad de La Habana para trabajar de taxista, ya que ganaba más dinero con las propinas que con su sueldo de docente. Nuestra patria va camino de convertirse en algo parecido, pues casi cualquier trabajo es mejor que ser investigador o docente universitario.
Para llegar a ser profesor universitario y/o investigador en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), o en algún centro con capacidad de innovación científica reconocida, se requiere, como paso previo, poseer un doctorado y luego seguir atesorando los correspondientes sexenios de investigación que demuestren las aportaciones a la ciencia (un sexenio es ante una agencia estatal que certifica el rendimiento de un investigador en seis o más años de trabajo).
La mayoría de los profesores e investigadores españoles han pasado un largo proceso de pruebas y concursos de méritos, empezando sus carreras investigadoras con becas de pre-doctorado (4 años), en algunos casos seguidas de becas postdoctorales en España y/o en el extranjero, becas de reincorporación de investigadores, de talento, a la comunidad científica española, becas Fulbrigth, etc.
Para conseguir becas, llamadas de excelencia, se pasaba una dura selección. Por citar un ejemplo, para las 10 ó 12 becas que se convocaban anualmente de FPI se presentaban más de 10.000 candidatos.
En el caso de los becarios de investigación anteriores a 2011, este largo periplo como becario llevó aparejado sueldos muy bajos (en muchos casos, poco más que el sueldo base) y pudo prolongarse en el tiempo una década. El Estado se ha negado a reconocerlos como trabajadores y no han podido cotizar a la Seguridad Social por el trabajo realizado, algo que reivindican. La normativa vigente entonces en España no obligaba a sus empleadores a cotizar a la Seguridad Social, como sí obligaba para el resto de trabajadores.
A día de hoy, el Estado no ha querido, ni quiere, darles de alta en la Seguridad Social y que computen los años de becario como tiempo trabajado, a pesar de haber estado buena parte de estos mal llamados becarios trabajando en universidades y en centros de investigación públicos. Esto afecta a su edad de jubilación y a la paga que recibirán cuando se jubilen. Una injusticia y un agravio comparativo frente a los actuales investigadores pre y postdoctorales, a los que buena parte de ellos están formando, que trabajan con contrato y cotizan a la Seguridad Social.
Esta situación amoral supone que, cuando a estos investigadores les llega la hora de la jubilación, algunos de ellos se encuentran con que por haber dedicado su vida a la ciencia, a la investigación, al conocimiento, en definitiva, al bien común con su trabajo, no van a cumplir los requisitos para cobrar una jubilación completa, al no haber cotizado los años que la Seguridad Social exige.
Nuestros científicos y profesores universitarios llevan años peleando para que se les reconozcan los años de vida laboral como en los que fueron mano obra barata en universidades y/o centros de investigación, como años que computen para su jubilación.
Aunque puede parecer mentira, el Estado no se autoabonaba sus cotizaciones para la Seguridad Social, jubilación y desempleo. Un becario de predoctorado, cuando se terminaba su beca de 4 años, no había cotizado ni un solo día para su futura jubilación. No tenía derecho a paro, a pesar de haber estado trabajando, pues el Gobierno español lo consideraba estudiante a pesar de dar clases, estar integrado en proyectos de investigación punteros, etc. Eran mano de obra barata que los gobiernos de turno utilizaban abusando de su posición y de la vocación de sus futuros profesores universitarios e investigadores.
Desde hace unos años, estos colectivos, fundamentales para el desarrollo de la ciencia y el conocimiento en España, llevan pidiendo desesperados amparo al Defensor de Pueblo (un catedrático y exrector) para que sus años trabajando como becarios les computen como años trabajados de cara a su futura jubilación.
Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y vicepresidente segunda del Gobierno de España se ha hecho un hueco en el cuadro de honor del Catálogo para la Memoria Histriónica de Políticos y Pseudointelectuales, con una propuesta que causa pasmo a quien la escucha: “Vamos a adaptar las condiciones meteorológicas a los puestos de trabajo”.
Por si algún lector escéptico no da crédito a tanta barbaridad, cedemos la palabra a la señora ministra. Acceso al vídeo.
También Ione Belarra, ministra de Asuntos Sociales y Agenda 2030, es acreedora de un puesto de privilegio en el mencionado Catálogo cuando, en plan comadrita, nos cuenta que hace sus compras en la Garbancita Ecológica, ¡donde la docena de huevos cuesta 5 euros! (en Mercadona, obsesión del frenesí “anticapitalista” de Belarra, se compran por menos de 3 euros). Acceso a la noticia.
Entretanto, los agricultores -desagradecidos, ignorantes y problemáticos- siguen cuestionando la política hidráulica del ilustrado Gobierno de España, que para afrontar la sequía está recurriendo al sabio y lógico procedimiento de derribar presas. En su atrevimiento llegan al pitorreo puro y duro, como verán a continuación. Acceso al vídeo.
¿O será que a Díaz, Belarra y al Gobierno en pleno se les han aflojado un par de tuercas?
La inteligencia artificial (IA) está arrasando en el mundo. Está transformando todos los ámbitos de la vida y planteando importantes problemas éticos para la sociedad y el futuro de la humanidad. ChatGPT, que está dominando las redes sociales, es un chatbot basado en IA desarrollado por OpenAI. Es un subconjunto del aprendizaje automático y se basa en lo que se denomina Large Language Models (grandes modelos lingüísticos), capaces de generar respuestas similares a las humanas. El potencial de aplicación de esta tecnología es enorme, por lo que ya se está pidiendo que se regule la IA como ChatGPT.
¿Puede la IA ser más inteligente que los humanos? ¿Constituye una amenaza pública? De hecho, ¿puede convertirse en una amenaza existencial? Noam Chomsky, el lingüista más eminente del mundo y uno de los intelectuales públicos más estimados de todos los tiempos, cuya estatura intelectual se ha comparado con la de Galileo, Newton y Descartes, aborda estas inquietantes cuestiones en la entrevista que sigue.
C. J. Polychroniou: Como disciplina científica, la inteligencia artificial (IA) se remonta a los años 50, pero en las dos últimas décadas se ha ido abriendo paso en todo tipo de campos, como la banca, los seguros, la fabricación de automóviles, la música y la defensa. De hecho, el uso de técnicas de IA ha demostrado en algunos casos superar las capacidades humanas, como en una partida de ajedrez. ¿Es probable que las máquinas lleguen a ser más inteligentes que los humanos?
Noam Chomsky: Para aclarar la terminología, el término «máquina» significa aquí programa, básicamente una teoría escrita en una notación que puede ser ejecutada por un ordenador, y un tipo de teoría inusual en aspectos interesantes que podemos dejar de lado aquí.
Podemos hacer una distinción aproximada entre ingeniería pura y ciencia. No hay un límite claro, pero es una primera aproximación útil. La ingeniería pura busca producir un producto que pueda ser de alguna utilidad. La ciencia busca la comprensión. Si el tema es la inteligencia humana o las capacidades cognitivas de otros organismos, la ciencia busca comprender estos sistemas biológicos.
Tal y como yo los entiendo, los fundadores de la IA -Alan Turing, Herbert Simon, Marvin Minsky y otros- la consideraban ciencia, parte de las entonces incipientes ciencias cognitivas, que utilizaban las nuevas tecnologías y los descubrimientos en la teoría matemática de la computación para avanzar en la comprensión. Con el paso de los años, estas preocupaciones se han desvanecido y se han visto desplazadas en gran medida por una orientación ingenieril. En la actualidad, las primeras preocupaciones se suelen tachar, a veces con condescendencia, de ‘IA a la antigua usanza’ [en inglés ‘good old-fashioned AI’ o su acrónimo ‘GOFAI’].
Siguiendo con la pregunta, ¿es probable que se conciban programas que superen las capacidades humanas? Hay que tener cuidado con la palabra «capacidades», por razones a las que volveré. Pero si consideramos que el término se refiere a la ejecución humana, entonces la respuesta es: definitivamente sí. De hecho, existen desde hace mucho tiempo: la calculadora de un ordenador, por ejemplo. Puede superar con creces lo que hacen los humanos, aunque sólo sea por falta de tiempo y memoria. En el caso de sistemas cerrados como el ajedrez, en los años 50 se comprendió perfectamente que tarde o temprano, con el avance de gigantescas capacidades computacionales y un largo periodo de preparación, se podría idear un programa capaz de derrotar a un gran maestro que juega con un límite de memoria y tiempo. El alcance de ese logro, años más tarde, fue más que nada un reclamo publicitario para IBM. Muchos organismos biológicos superan las capacidades cognitivas humanas en aspectos mucho más profundos. Las hormigas del desierto de mi patio trasero tienen cerebros minúsculos, pero superan con creces las capacidades humanas de navegación, en los principios que subyacen, no sólo en ejecución. No existe tal cosa como una Gran Cadena del Ser en cuya cúspide esté el ser humano.
Profesional en comunicación social con maestría en estudios culturales, con amplia experiencia en investigación en ciencias sociales.
Ha trabajado en la investigación de varias temáticas relacionadas con los derechos humanos, las energías renovables, la responsabilidad ambiental, el conflicto en Colombia, la estética urbana y el trabajo en la era digital, en espacios escolarizados y no escolarizados, así como en medios informativos a nivel nacional.
Jacqueline Murillo Garnica
Profesora universitaria con experiencia profesional y docente de veinte años. Doctora en Literatura Española e Hispanoamericana, Maestra en literatura, Pregrado en Educación Básica Primaria. Profesora contratada de tiempo completo en el Instituto Superior de Formación Docente Salomé Ureña – ISFODOSU- (República Dominicana). Con intereses en el estudio del arte, la música y la cultura, y afiliaciones a asociaciones como APELA (Asociación para el Estudio de la Literatura Africana), AHILA (Asociación de Historiadores Latinoamericanistas Europeos) y Asociación Colombiana de Historiadores. Autora de dos libros: Travesías urbanas (poemario) e Itinerario de los días que fueron (libro de relatos breves), publicados por Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina. Jurado en concursos nacionales de cuento, poesía, novela breve y becas en investigación para literatura, y consejera en literatura para el periodo 2021-2024 (Alcaldía Mayor de Bogotá).
Juan Almagro Lominchar
Doctor en Educación y Profesor Universitario a tiempo completo en la Universidad de Almería (España), en las Áreas de Didáctica de las Ciencias Sociales y Didáctica y Organización Escolar. Cursó los estudios de Diplomatura en Magisterio de Educación Primaria y el Máster en Políticas y Prácticas de Innovación Educativa, por las Universidades de Málaga y Almería. Realizó una estancia de tres meses en la Universidad Nacional de Educación (UNAE), con la que obtuvo la Mención Internacional en su Tesis Doctoral. Su actividad investigadora se centra en el estudio de temáticas referidas al ámbito de la Didáctica y las Ciencias Sociales. En este sentido, ha indagado la incidencia que ejercen las directrices de Organismos Económicos Internacionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en los planes de estudio y documentos curriculares en España. En relación a este tema ha escrito y publicado varios artículos científicos y participado en diferentes Congresos Internacionales sobre Educación y Economía.
A la vista del extraordinario interés suscitado por las ideas expresadas en los anteriores vídeos por Nuccio Ordine, recogemos esta nueva videoconferencia, en la que Ordine explica las razones por las que escogió este título para su libro.
Muchos de nuestros usuarios han expresado sus deseos de escuchar a Ordine en su lengua original, y nos ha parecido más que razonable darles esta satisfacción. Además, de ese modo hacemos un guiño al creciente número de usuarios de lengua italiana que están mostrándose interesados por las propuestas del Servicio de Asesoría sobre Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades.
Este vídeo, que lleva el título de uno de los libros de Ordine, confirma su carácter de defensor comprometido de auténticos valores, en la educación y en la vida.
Recomendamos a padres y educadores de jóvenes y adolescentes que les inviten a visionar esta charla, que contagia pasión y deseo de aprender, e invita a que, como ciudadanos libres, seamos capaces de razonar con nuestra propia cabeza y enriquecernos con la experiencia de la vida, sin dejarnos engañar por el señuelo de la ‘titulitis’, que corrompe y reduce la formación a mero mecanismo emisor de diplomas o licenciaturas.
El Tribunal Constitucional avalará en breve la Ley del Aborto impulsada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en 2010, objeto de un recurso que trece años después va a resolverse, con una mayoría de magistrados autodenominados «progresistas» y cercanos al sucesor de aquel presidente y promotor de una ampliación legislativa de ese inexistente derecho.
Salvo sorpresa de última hora, el órgano refrendará la constitucionalidad de una norma que ha interrumpido cerca de 100.000 embarazos anuales, una cifra dramática siempre, pero especialmente en una sociedad con la natalidad desplomada hasta niveles históricos.
Y lo hará, tal y como ha adelantado El Debate, considerando que el supuesto derecho de la mujer a decidir qué hacer con su cuerpo prevalece sobre el derecho a nacer del bebé que engendra ella misma, con la misma doctrina inhumana que ya le llevó al TC a respaldar otra ley igual de deplorable, la de la eutanasia.
Aunque es cierto que el Constitucional no considerará a ninguna de esas dos prácticas un «derecho fundamental», los sitúa por encima de la propia vida en determinadas circunstancias teóricas que, en la práctica, las consagra todas: basta con que una mujer no quiera seguir con la gestación para que el Estado le ofrezca las herramientas médicas para culminar su objetivo, sin darle las alternativas suficientes para que reflexione y tal vez elija otra opción.
Considerar que leyes así consagran avances sociales, como dicen sus promotores, equivale a aceptar que la mejor respuesta que pueden dar los poderes públicos a personas necesitadas de ayuda, guía y recursos es la única de todas ellas con carácter irreversible.
Y despreciar la evidencia de que, con otras alternativas, la decisión puede cambiar, añade a la deplorable inhumanidad conceptual de la norma una obscena dejación de funciones.
No se impulsa un «derecho», pues, se les hurta a los seres humanos todas las opciones que debiera tomar a su alcance para elegir con verdadera libertad un camino distinto, más respetuoso consigo mismo y con otro ser vivo indefenso, sin opinión y desprotegido en su momento de mayor debilidad.
Una sociedad decente se caracteriza por todo lo contrario a legislaciones como las que, en España, subordinan la vida a factores menores, buscando excusas para legitimar un ataque frontal al principal de los derechos, que es la vida.
Y si esto ya es triste, alcanza el paroxismo cuando además de consagrar el derecho a frustrar la vida, lo pone de alguna forma de moda. Porque las dos leyes abortistas de Zapatero y de Sánchez vienen impulsadas por el mismo delirio de que la maternidad es, de algún modo, una deficiencia, tara o inconveniente para la realización de la mujer, cuando es el mayor de sus dones.
Nada hay de avanzado en frustrar bebés en ciernes, como tampoco en ofrecer una inyección letal a un enfermo, y reforzar esos falsos derechos abre el camino a que se invoquen en cualquier circunstancia. Con el aborto ya ha pasado, hasta el punto de permitirlo en menores de edad sin participación alguna de sus propios padres. Y con la eutanasia ocurrirá: una vez se reconoce esa potestad para unos casos, será imposible rechazarlo para cualquiera. Es cuestión de tiempo.
Por todo ello, el próximo Gobierno de España, si es distinto al actual, ha de ser firme en su propósito de derogar toda la legislación ideológica e inhumana impulsada por el PSOE y sus socios: sin excepciones, sin demoras y sin titubeos. Y contando con que este Tribunal Constitucional conformado al servicio de Sánchez hará lo imposible por mantener su legado cuando él, afortunadamente, no ocupe ya la Presidencia.
Las graves y recientes declaraciones de Francisco Barbosa, fiscal general de la Nación de Colombia, marcan un antes y un después en la Presidencia de Petro que tantas esperanzas había despertado en el país. El atropello del principio democrático de la división de poderes no presagia precisamente una bonanza política en Colombia.
Ante los comentarios de Petro, la Corte Suprema de Justicia ha expresado «gran inquietud por la errada interpretación delartículo 115 de la Constitución» por parte del presidente (“El Presidente de la República es Jefe del Estado, Jefe del Gobierno y suprema autoridad administrativa…”).
Los comentarios de Petro han causado revuelo en el país, con críticas por parte de expresidentes como Andrés Pastranae Iván Duque, de juristas y del propio Barbosa, así como de Human Rights Watch (HRW).
La posterior parcial rectificación de Petro no disipa, en absoluto, la desconfianza hacia quien ha empezado a defraudar las expectativas que millones de colombianos habían albergado en su llegada a la Casa de Nariño.