
Los partidos políticos deberían entender que ha llegado la hora de poner fin a la fiesta nacional que se escenifica en las Cortes, donde los payasos han sustituido a los toros y los leones.
Como ejemplo de mamarracho elevado a una responsabilidad que le viene grande y para la que no da la talla -ni siquiera para su inclusión en el Catálogo de la Memoria Histriónica-, traemos a colación a esta mediocre personalidad carente de seso (ojo, con ‘s’ antes de la ‘o’) y de modales, que a sus 63 años protagoniza “una biografía eternamente lactante de la teta de la vaca pública”. Ése “fue el mejor refuerzo que encontró el presidente del gobierno español hace casi un año, cuando le nombró portavoz parlamentario”.
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En la Atenas de Arquímedes, digo en la España de Sánchez, Patxi López es el mejor ingeniero socialista, un sabio a la altura del régimen. En una entrevista tras ser investido lehendakari en 2009, un periodista le preguntó si conocía el principio de Arquímedes, como metáfora de la sucesión de Ibarreche, a lo que López contestó: «Depende de cuál de ellos». No hubo más preguntas.
Y es que con 63 años y una biografía eternamente lactante de la teta de la vaca pública, este producto interior bruto de Portugalete e hijo de un histórico socialista, fue el mejor refuerzo que encontró el presidente hace casi un año, cuando le nombró portavoz parlamentario para remontar las primeras encuestas color hormiga. Efectivamente, ha reforzado al sanchismo en manipulación, cainismo, totalitarismo y se ha revelado como el Demóstenes que todo líder precisa tener a su lado. Cada vez que Moncloa necesita contraponer a la sensatez de una crítica política o periodística una coz al sentido común, a la buena educación o al diccionario, allí manda a Patxi, que nunca defrauda.
En mayo de 2017, Francisco Javier López Álvarez, conocido ya desde Tito Berni como Patxi Quemasdará López, se elevó como el sensato profeta que clamaba entre Pedro Sánchez y Susana Díaz por preservar al partido del sectarismo letal. Está por demostrar si ya venía aprendido de fábrica o el régimen de Su Sanchidad le ha servido para hacerse un máster cum laude en ese Sectarismo que decía combatir, pero lo cierto es que su magisterio ya es legendario. Menos legendarios son sus estudios, pues abandonó Ingeniería Industrial en la Universidad del País Vasco en cuanto se convirtió diputado a los 25 años, el segundo más joven tras otro faro de conocimiento, José Luis Rodríguez Zapatero.
Este aspirante a guitarrista de una banda de rock, dice que nunca sale de casa sin ideología porque así ordena sus prioridades. Entre ellas, una de las más apreciadas, es su inigualable manera de despachar con modos poco democráticos a la prensa. «No te voy a contestar» sobre las críticas de Page, o aquella respuesta de cuñado en la que afirmó que con la ley del ‘solo sí es sí’ se trataba de «dar un toque de atención a los jueces» y de decirles «oigan, no me vayan por aquí», o el más reciente «qué más dará», cuando se le interrogó en el Congreso por los diputados que iban de cenas con su compañero de bancada, el imputado Curbelo. Pero nada mejora aquella desternillante sentencia durante el 15-M, cuando el lumbrera vasco aseguró que «el PSOE es la primera organización de los indignados de este país».