ICSH

Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades

Pablo Rosero. Inédito

1 comentario

Decía alguien que publicar en el Ecuador es la manera más triste de permanecer inédito. Y no le faltaba razón.

Desde mis viejos tiempos como estudiante hasta los actuales, más de una vez me ha pasado que, al solicitar un libro en la biblioteca, el primero que firma la tarjeta de préstamo… soy yo.

Pero a este problema atávico se añade ahora el fragor de la corrección política, que concede solamente a los investigadores ‘progres’ o ‘deconstruides’ la posibilidad de que sus escritos se plasmen en letra impresa o en libros digitales. Todos los que intentamos no apegarnos a bandería política, religiosa o social alguna, estamos condenados no sólo al ostracismo sino al exilio editorial.

Habrá quien piense que hay exageración en mis palabras. Pero el fenómeno que describo viene de muy atrás. Escritores como Juan León Mera o Aurelio Espinosa Pólit fueron orillados del panorama cultural del país por… ser católicos. A Camilo Egas, uno de nuestros pintores mayores, el gobierno aristocratizante de Arroyo del Río le quitaba el pasaporte diplomático al propio tiempo que el alcalde de Nueva York le daba las llaves de la ciudad.

Ni qué decir de Eduardo Solá Franco, que, a sus diecisiete años, recibió una paliza mandada a dar, según se dice, por Joaquín Gallegos Lara, quien no soportaba ni la homosexualidad ni el arte poco ‘comprometido’ de Solá.

Hoy, cuestionar las falacias de ciertos movimientos sociales es un crimen que se paga caro. El cerrado mundillo cultural vive un onanismo progresista e hipócrita que en el discurso promueve la pluralidad pero, en la práctica, segrega y condena mejor que la inquisición. Frente a esta realidad sólo resta seguir escribiendo como un acto irrecusable de la conciencia, como un deber moral y un imperativo categórico alejado del adulo envenenado de lo políticamente correcto y del estanque de Narciso de algunas editoriales.

Un pensamiento en “Pablo Rosero. Inédito

  1. Considero que vivimos una nueva edad media, en el sentido del oscurantismo y radicalidad de las posiciones dominantes, actualmente vivimos bajo el credo de Habermas sobre la relatividad de la moral.

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