
En las fechas previas a la Navidad, son muchas las personas que viven la tradicional Novena de aguinaldos, sobre todo en mi querida Colombia, y también en Ecuador, igualmente querido.
Hace tiempo quise adaptar unos versos, muy hermosos, que se recitan cada día en ese acto piadoso que congrega a tantas familias y que constituye un signo identitario que pasa de una a otra generación.
Con respeto a la diversidad de sentimientos religiosos de las personas que acceden a SAICSHU, entiendo que a todos nos conmueve la inocencia del niño, que de nada presume y que nace necesitado de cariño. Quienes hemos tenido la dicha de ser padres no podemos dejar de conmovernos con estos pasajes.
Permítanme que, aunque sea ya a destiempo, comparta con ustedes estas tres estrofas:
_____
¡Maravilla inmensa
de mi Dios amado,
que hasta hacerte un niño
Tú te has rebajado!
¡Oh Divino Niño,
ven para enseñarnos
la prudencia que hace
verdaderos sabios!
¡Ven a nuestras almas,
ven, no tardes tanto!
–
¡Ven, que ya María
extiende sus brazos,
prepara sus risas
al Dios humanado!
¡Ven, que ya José,
con anhelo santo,
se dispone a darte
amoroso abrazo!
¡Ven a nuestras almas,
ven, no tardes tanto!
–
Véante mis ojos
de ti enamorados.
Abrace tu cuello,
estreche tus manos.
Aun hecho de barro
te aprieto en mis brazos,
te canto la nana,
te miro extasiado.
¡Ven a nuestras almas,
ven, no tardes tanto!