
El real decreto de reforma de curriculum de la ESO se carga la Historia, cuando establece que dicha materia no se estudiará por orden cronológico, fulmina la Filosofía y da a las Matemáticas “un enfoque socioafectivo” [sic].
Todo forma parte del cuidadoso plan para que seamos más ignorantes y menos críticos.
Que el profesorado haya puesto el grito en el cielo no ha detenido al gobierno, que ni siquiera se ha molestado en consensuar los cambios con ellos. “No tiene ningún sentido mezclar los esclavos del antiguo Egipto con los obreros de las fábricas de la revolución industrial en Inglaterra”, ha declarado Soledad Tena, coordinadora del grado de historia de la Universidad de Salamanca. Ah, doña Soledad, desde el punto de vista lógico, educativo y humanista tiene usted razón pero cuando un Gobierno habla de abordar las matemáticas “con perspectiva de género” o revisitar nuestra historia convirtiéndola en relato de parte ¿a qué andarse con chiquitas y ceñirse a los hechos? Bien lo saben los del Institut Nova Història de Cataluña, que andan repartiendo fes de bautismo separatista a cualquier personaje que haya destacado a lo largo de los siglos, sea El Cid, Santa Teresa, Colon o Leonardo da Vinci. Atendiendo a que vivimos en una época en la que da lo mismo construir un zigurat mesopotámico que una catedral gótica, porque todo vale, según Félix de Azúa, bien puede estirarse o acortarse lo histórico a gusto del político. Saben los mandamases que conocer de dónde venimos es fundamental para entender dónde estamos y hacia qué lugar queremos dirigirnos.
Que nadie se sorprenda, pues, si en los próximos años se estudia que la reina Isabel de Castilla, conocida como la Católica, permuta en Isabel, la atea feminista. O que el general Prim figure como alguien que se negó a prestar servicio de armas, entreteniéndose en hacer macramé en Los Castillejos. O que Don Pelayo tuviera amoríos con el jefe bereber Munuza en lugar de comenzar la Reconquista en su contra. Ya puestos, se podría circunscribir la historia de España a la II República, enlazándola con el gobierno social comunista de Sánchez, convertir a La Pasionaria en la primera mujer que salió al espacio, a Carrillo como el liberador de la India, a Pablo Iglesias como descubridor de la penicilina o a Irene Montero como artífice de la vacuna anti covid. De cualquiera, que todo alimenta.
4 noviembre, 2022 en 5:55 pm
Una civilización destemplada.
Montúfar Salcedo, Carlos Efraín.
Moderación, sobriedad y continencia son los sinónimos de templanza, concepto que evoca la posibilidad de que algo suceda o no suceda. Estamos en los descalificados espacios del auto control humano. Desde el siglo ocho antes de Cristo este tema ha sido abordado por nuestras civilizaciones. Ulises se hizo atar sólidamente al mástil del barco, con el fin de estar inmovilizado y así no poder dirigir el barco hacia el canto de las sirenas y estrellarse en las rocas. Richard Thaler diría que Ulises escogería una estrategia de contención, limitando voluntariamente su capacidad de elección para evitar caer en el comportamiento que deseaba evitar, es decir, el comportamiento a riesgo.
En Psicología se habla de las gratificaciones aplazadas. La gratificación aplazada revela la paciencia de una persona para obtener algo que desea; es un atributo intelectual también conocido como control de impulsos, voluntad, autocontrol, y preferencia temporal baja en economía. Un buen control de los impulsos se considera como una característica personal positiva; incluso Daniel Goleman indicó que es una característica importante dentro de la inteligencia emocional. Quienes carecen de la capacidad psicológica para controlar sus impulsos, necesitan gratificación instantánea y difícilmente pueden autocontrolarse. El Stanford Marshmallow Experiment (1972) indica que un buen control de los impulsos puede ser psicológicamente importante para tener logros académicos y un gran éxito en la adultez.
No obstante, la civilización humana actual, fundamenta su desarrollo en el consumo inmediato de los deseos trastocados en derechos legales inalienables. Nada merece la espera del mañana. Consumir y dilapidarnos aquí y ahora es el supremo credo posmodernista. Por eso es tan difícil ahorrar e invertir. Por eso es tan difícil construir procesos a largo plazo, por eso todo tiene que ser necesariamente temporal y presuntuoso. Por eso todo acto de moderación, sobriedad y continencia es combatido como arcaico, conservador y extemporáneo, en una civilización que marcha delirante, adherente y destemplada.
4 noviembre, 2022 en 6:57 pm
Gracias, mi estimado Carlos, por tu valioso comentario.