
El decreto que regula las enseñanzas de Secundaria ha levantado una polvareda por su sectarismo y falta de exigencia. En sus más de doscientas páginas, contiene centenares de referencias a cuestiones como la perspectiva de género o los estereotipos sexistas a pesar de no ahondar en ninguna cuestión de contenido. Pero uno de los asuntos más polémicos es el aludido a la evaluación y promoción de los alumnos, que podrán pasar de curso con asignaturas suspendidas siempre que hayan alcanzado las «competencias» necesarias.
Para David Reyero, profesor de Estudios Educativos de la Universidad Complutense de Madrid, la enseñanza «requiere un trabajo previo para la adquisición de hábitos intelectuales. Pensamos que podemos saltarnos ese trabajo para obtener directamente ese hábito, pero no se puede: la competencia es un efecto indirecto del aprendizaje».
Jorge Sainz, catedrático de Economía Aplicada de la URJC, señala que «la calidad de vida de un país la marca la cantidad de personas con estudios y la calidad de estos». «Los países que más están creciendo son aquellos con mayor calidad de educación, pero no se trata de dar más clases: si luego pasas de curso sin aprobar nos encontramos con un problema», añade.