
En la anterior entrada del blog recogíamos un artículo de José R. Reyes Ávila sobre las penurias de la Biblioteca Nacional de Honduras, trasunto del desinterés por la cultura, lamentablemente tan extendido en muchos gobiernos. Hoy queremos quitar el mal sabor de boca que dejó ese informe con la remisión a este otro artículo cuyo telón de fondo es una de las más valiosas bibliotecas del mundo, que empezó a formarse en el siglo XV.
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Ángela Núñez Gaitán estudió Geografía e Historia y se especializó en Historia del Arte. Más tarde, cuando tenía 24 años, obtuvo una beca de la Comunidad Económica Europea en Spoleto (Italia). Allí se formó como restauradora de libros, manuscritos y obras de arte en papel. Se quedó como tutora hasta que salieron plazas en la Biblioteca Vaticana, en la que sólo elegían a personas de la escuela de Spoleto. Ángela entró en el año 2000. Cuatro años con contratos temporales hasta que hubo una plaza de fija en 2005. La elegida fue ella.
«La suerte existe, pero aquí no hay enchufe posible. Hay un centro que recoge todos los currículos, y cuando las instituciones vaticanas necesitan una persona, acuden a esa oficina. Estoy muy orgullosa porque entré por mi currículum, sin recomendación alguna».
En la actualidad es la directora del taller de Conservación y Restauración de la Biblioteca Apostólica Vaticana. «La responsabilidad es enorme. Cuando ves ese patrimonio, esos siglos y esas cosas que te pasan por las manos… Me encanta mi trabajo».
En la Biblioteca Vaticana trabajan nueve personas fijas y otras nueve colaboradoras que trabajan por proyectos financiados. Monseñor Cesare Pasini es el director de la Biblioteca, con la ayuda de Timothy Janz, un laico que ejerce de vicedirector, y del secretario -«allí siguen usando el masculino»- Raffaella Vincenti.
La Biblioteca sólo está abierta a los investigadores. Con condiciones. En el depósito de manuscritos no todo el personal de la Biblioteca puede entrar. Tampoco los investigadores. En La Reserva están los más importantes, y el acceso es aún más restringido. El investigador debe pasar por el jefe de manuscritos y demostrar por qué quiere ver ese libro original y que al menos sabe paleografía.
La Biblioteca Vaticana es la biblioteca de los Papas. Fue fundada por Nicolás V a mitad del siglo XV como biblioteca privada abierta al público. «Era un humanista, tenía una colección y la puso a disposición de todos los hombres de ciencia. Empezó con unos 1.200 manuscritos. Con Sixto IV llegan a casi 3.000. Probablemente seamos la biblioteca del mundo con mayor número de manuscritos, más de 80.000. Además de un millón y medio de libros impresos, de los que 8.000 son incunables».
Hay libros de todas las disciplinas, «y digo de todas. Todo el conocimiento humano está allí dentro». Manuscritos únicos; autógrafos de Santo Tomás de Aquino; diseños de Miguel Ángel y sus poemas; un libro de La Divina Comedia con pigmentos en color únicos en el mundo, libros del siglo V y VIII, papiros del siglo II…».Deben conservarse a temperatura y humedad constantes. «Dan mucha información aparte del texto; tipo de tinta, espesor del pergamino, si está muy usado en la esquina, libros litúrgicos que aún huelen a incienso…».
También el equipo se encarga de su conservación, desempolvado y desinsectación. «El polvo es un caldo de cultivo para mohos e insectos. El equipo de limpieza tendría que ser brutal, pero son sólo cuatro personas.
Como siempre, tenemos problemas de recursos». A ello ayuda la digitalización. «Tenemos casi 80.000 manuscritos y de ellos digitalizados casi 30.000». Y restauran más de 1.000 al año.