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Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades

Guillermo Carvajal. La escuela tradicional murió y hay que liquidarla

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Guillermo Carvajal, psiquiatra y educador, señala que la institución escolar está hecha para otro ser humano, pero no para los niños de hoy y que, por eso, es fuente de muchas problemáticas sociales, desde el matoneo hasta la falta de creatividad. “La escuela no es democrática, sino que sigue siendo la misma institución vertical, jerárquica y represiva que planteó la revolución industrial”.

Guillermo Carvajal ha trabajado durante más de cincuenta años como médico psiquiatra y psicoanalista. En su trabajo de escucha de las quejas de jóvenes se acercó a la educación, a la que se ha dedicado en estos últimos treinta años. En su libro Creando Talentos: respuesta a una escuela inoperante, realiza una dura crítica a la institución escolar. Su diagnóstico es aterrador: hay que liquidarla porque, tal y como está planteada, genera más mal que bien. “La que tenemos en Occidente murió. Es una escuela perteneciente a otro ser humano, al de la modernidad, que tenía una palabra clave en su mundo, un mandato absoluto, y era o-b-e-d-e- c-e-r”.

Los jóvenes de hoy, gracias a la puesta en práctica de los derechos humanos, donde priman la inclusión, el respeto y la igualdad, y a la llegada de la tecnología y el internet, no tienen en su mente la palabra ‘obedecer’, y, por lo tanto, no saben obedecer. La palabra de hoy, de la posmodernidad, dice Carvajal, es ‘respeto’. Ellos prefieren decir: “respéteme, y lo respeto”. Y eso ha llevado a que los jóvenes de hoy no quieran el modelo del sufrimiento y prefieran el del disfrute; pero eso hoy está prohibido, porque la escuela vive en el pasado, replicando ese sistema jerárquico y vertical. “Además, la escuela hoy es absolutamente aburrida, porque está empeñada en enseñar una cantidad de tonterías que no sirven para nada”. Sigue predominando la obediencia y con ella la imposición, con su clásico eslogan: “la letra con sangre entra”.

La dedicatoria del libro de Carvajal se dirige a todos los niños que le han susurrado al oído todo lo que él ya sabía. Entre las cosas que le han dicho en la privacidad de su consulta psiquiátrica destaca éstas: “su dolor, su molestia, su sometimiento, sus ganas de no vivir y sus intentos suicidas”. Todo esto sucede, según él, porque no se sienten comprendidos y porque les imponen cosas inútiles. Ante esto, sintió la responsabilidad de hablar de esos susurros y tratar de darles respuesta a través de su libro.

“El drama más grande que tenemos en la consulta psicológica son los muchachos que terminan bachillerato y no saben para dónde tirar. Van a una facultad y a otra y terminan aburridos fumando marihuana, sintiendo que el mundo se les derrumbó porque la escuela les prohibió durante seis años que tuviesen identidad y oficio, que es lo que debía haber dado a sus muchachos”.

La escuela está enferma y, entre los síntomas más visibles, está que irrita y produce bullying y lleva a la violencia. “La escuela hace que los niños se aburran, enfrenta a los maestros con los estudiantes, lo que es una enorme tragedia y enfrenta a la familia con los maestros. La deserción escolar es brutal. Antes nadie se salía del colegio (por otro lado, ¿quién podía entrar?), pero hoy las aulas están semidesocupadas, porque los alumnos van de un lado a otro buscando el colegio ideal, que no existe. La escuela no se da cuenta de eso y echa la culpa de todo a los niños.

Hay muchas cosas que la escuela de Occidente está haciendo mal, según Carvajal, pero identifica tres: el currículo único, inventado hace doscientos años, que tenía sentido en otra época, cuando se necesitaba que la gente supiera de todo un poco y adquiriera una cierta ilustración, pero que hoy no tiene utilidad práctica (“no sirve para nada, y todos los sabemos”); la imposición de obediencia, porque el maestro cree saberlo todo y quiere enseñar, cuando debería ir a la clase a aprender junto con el niño; y, en tercer lugar, la uniformidad, que lleva a que los alumnos sean medidos y castigados porque no encajan en esa uniformidad.

Para Carvajal, las universidades también van a desaparecer y van a reemplazarse por el modelo de maestro-aprendiz, como se hacía en la Edad Media, cuando el joven ingresaba a un taller para recibir conocimiento de un experto. “Ya lo estamos viendo. Las grandes empresas ya no aceptan ingenieros formados en una universidad. Los reciben, pero los forman ellos para lo que los necesitan. Eso es lo práctico”.

El mejor modelo, según Carvajal, es disfrutar la escuela; y, para argumentarlo, recurre al ejemplo de los videojuegos. Resulta increíble ver cómo los niños ascienden a un nivel que comporta vencer enormes dificultades. Siempre están apasionados, gozando, sufriendo, frustrándose, porque jugar también es frustrante y requiere de habilidades. Ése debería ser el modelo: que permita sufrir gozando, que plantee dificultades, pero donde existe el gozo de aprender, de saber lo que cada cual anhela. “Queremos que la letra entre con disfrute”.

Las escuelas deben ‘personalizar’ al niño para conocer sus fortalezas. En la primaria se les debe enseñar todo lo básico para comunicarse con el mundo, al tiempo que el profesor ha de estar dedicado a descubrir sus talentos y a que los desarrolle. Las potencialidades, aclara Carvajal, son un concepto similar al de las inteligencias múltiples de que habló Howard Gardner. Todos los tienen. Entre esas habilidades están las matemáticas, los conceptos y la memoria.

Después de la primaria, habría que reunir a los estudiantes en grupos, con objeto de que desarrollen un proyecto durante seis años, en el área que quieran. Ellos escogerían su propio currículum. “Los veríamos apasionados y creativos. No habría necesidad de notas, ni exámenes ni repetición de curso, que es otra cosa absurda. Ni hablar de esa cosa loca que son las tareas escolares. Las tareas son esas cosas que hacen los padres mientras los niños duermen”. Serían niños creativos, que gozarían y disfrutarían la escuela; y, lo más importante, “ya no tendrían que ir a mi consulta llenos de angustia sin saber dónde están parados”.

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2 pensamientos en “Guillermo Carvajal. La escuela tradicional murió y hay que liquidarla

  1. Buenas noches profesor, es cierto la Educación tal como nos instruyó a Estudiar para ser alguien y resulta que los sueldos de profesionales están por debajo de muchas personas que no estudiaron. Y es cierto que la sociedad está dando un cambio la ciencia y la tecnología y debemos de marcar pautas toda enseñanza desarrollando los 5 ejes del saber. Del ser. Del convivir, y aprender. El método de Deloors .

  2. Impresionante cómo vamos cuesta abajo en uno de los pilares de la sociedad, la educación. Empecemos por el lenguaje mercantilista: el cliente, en lugar del estudiante. Los formatos importan sobre lo que puede ser lo académico, La carrera vertiginosa para poder cobrar sumas astronómicas en colegios y universidades privadas, y garantizar jugosas sumas y sacar pecho, pero en el fondo solo cáscaras y muy pocas nueces. Lamentable a dónde hemos llegado. Muchas gracias por este columna que recapitula en el detrimento de la educación en pleno siglo XXI.

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