
Hoy, 5 de octubre, Día Internacional de los Docentes, es una fecha oportuna para acoger esta reflexión sobre el profundo hastío de un profesorado aburrido por la irracionalidad con que desde el Ministerio de Educación se persigue la implantación de la nueva ley educativa, la LOMLOE, al margen de las condiciones en que se desarrolla el trabajo en las aulas y de la insuficiencia dramática de los recursos disponibles. Una vez más tropezamos con el voluntarismo ignorante de los políticos, incapaces de entender que no basta ‘legislar’ (actividad, por cierto, que se ha hurtado al Parlamento de un modo más alarmante cada día): se precisa ‘aterrizar’ en la realidad social, de modo que las nuevas directrices dejen de sonar a música celestial, inasequible al común de los mortales.
El artículo de Elena Omedes que incluimos en esta entrada del blog constituye una denuncia en toda regla de la utopía en que se han instalado los gobiernos de España en el campo de la educación (que, en realidad, poco les interesa: importa más la domesticación).
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Llueve sobre mojado para los profesores españoles. Todavía sin recuperarse de los recortes llevados a cabo durante la crisis de 2008, los docentes de España tratan de mantenerse a flote entre reformas educativas, bajadas de nivel adquisitivo, aumento de la carga de trabajo y, en consecuencia, disminución de sus condiciones laborales. «Hastiados», «sobrecargados» y «olvidados». Así llega el colectivo al Día Internacional de los Docentes, que se conmemora este miércoles, 5 de octubre.
Diez años después de aprobarse el real decreto de recortes en educación en 2012, el sistema educativo apenas ha avanzado. El gasto educativo, por ejemplo, apenas se ha movido respecto a los datos de 2009 (53.000 millones hace 13 años, frente a los 55.000 de 2020). Sin embargo,el número de docentes en España superó los 750.000 ya en el curso 2018-2019, y los datos apuntan a una continuación de ese crecimiento. No ayuda tampoco la inflación, que en los últimos diez años ha crecido un 19%.
Ante esta coyuntura, los docentes españoles reclaman algunas reivindicaciones que vienen de lejos, y otras que se han puesto de manifiesto con la implantación de la nueva ley educativa, la LOMLOE, cuyo desarrollo curricular empezó a aplicarse este septiembre. Piden, una vez más, una reducción de las ratios para contribuir a esa atención más personalizada que se busca con la reforma del Gobierno. Exigen también aliviar una carga de trabajo que se ha engrosado precisamente con la aplicación de la nueva ley. En definitiva, imploran que se valore en la práctica una profesión que, al fin y al cabo, es crucial para la evolución y futuro de una sociedad: la enseñanza.
«Se debería empezar por dignificar la profesión y por hacerla atractiva a las nuevas generaciones. ¿Cómo? Facilitando que quienes se quieran dedicar trabajen en las mejores condiciones», argumenta la responsable de la sección educativa de UGT, Maribel Loranca. La sindicalista señala que, tal y como se ha puesto en relieve en los últimos meses,hay algunos profesionales especializados -por ejemplo- en Matemáticas, que han descartado dedicarse a la enseñanza desde el primer momento por las condiciones que ofrecen ahora mismo. «No son solo las retribuciones, también las condiciones en las que se hace el trabajo, y ahí influye mucho la ratio y la carga lectiva directa que tienen», subraya.