
En escrito anterior, titulado Bolívar y su Guerra a Muerte, se reproducía un fragmento de La Gazeta de Caracas, primer periódico de Venezuela, del 2 de mayo de 1815, que ilustra sobre las matanzas de españoles decretadas por Bolívar y documentadas el 30 de abril de ese año por el médico y periodista José Domingo Díaz. Remitimos aquí al número íntegro de La Gazeta, en cuyas páginas 120-121 se recogen esas atroces disposiciones.
Para facilitar su lectura, transcribimos los correspondientes párrafos:
13 de febrero de 1814: “En obedecimiento à órden expresa del Excmo. Sr. General-Libertador para que sean decapitados todos los presos españoles y canarios reclusos en las bóvedas de este puerto, se ha comenzado la execucion pasándose por las armas esta noche a cientos de ellos“.
14 de febrero de 1814: “Ayer tarde fuéron decapitados ciento cincuenta hombres de los españoles y canarios encerrados en las bóvedas de este puerto, y entre hoy y mañana lo será el resto de ellos”.
15 de febrero de 1814: “Ayer tarde fuéron decapitados doscientos quarenta y siete españoles y canarios, y solo quedan en el hospital veintiun enfermos, y en las bóvedas ciento y ocho criollos”.
16 de febrero de 1814: “Hoy se han decapitado los españoles y canarios que estaban por enfermos en el hospital, último resto de los comprehendidos en la órden de S. E.”
En el mismo ejemplar de La Gazeta de Caracas (p. 121) se copiaba un oficio, fechado en Caracas el 25 de febrero de 1814, en que se informaba de que, en cumplimiento de las órdenes recibidas, se “habí[a] pasado por las armas, tanto aquí como en La-Guayra, [a] todos los españoles y canarios que se hallaban presos en número de mas de ochocientos, contando los que se han podido recoger de los que se hallaban ocultos”.
Y, sin embargo, un Elogio del Excelentísimo Señor Simón Bolívar publicado en 1826, que recoge un discurso pronunciado por José Joaquín de Larriva en la Universidad de San Marcos de Lima, se hace ya eco del mito que deformaría para siempre la verdad histórica, silencia los crímenes del Libertador, e incurre en exageraciones tan aberrantes y falsas como éstas: “¿Quién observó sus tratados con más religiosidad? ¿Quién guardó, despues de sus victorias, más moderación? ¿Quién usó, con los vencidos de mas humanidad? […] ¿Quién fué mas justo que él? ¿Quién mas piadoso? (pp. 14-15).