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Nuestro propósito, explicitado en la investigación que desemboca en este libro, ha sido engarzar el pasado con el presente. Y ejemplifican muy bien este objetivo las dos ilustraciones de una de las primeras páginas: una calle del pueblo, tal y como la retrató Diana Golledge a principios de siglo, y según puede observarse en su aspecto actual. Y esa misma es la razón de las más de 60 ilustraciones que encontramos en el libro.
Precisamente gracias a Diana, esta querida vecina nacida en el suroeste de Inglaterra y radicada en Benamocarra desde 2002, disponemos de un testimonio fresco y veraz de las impresiones que recibía hace veinte años quien, procedente de tierras lejanas, decidía quedarse a vivir entre nosotros. Según cuenta, le entusiasmó a su llegada la vista de gentes sentadas a las puertas de sus casas que charlaban amistosamente mientras tomaban el fresco ─o el sol, según la estación del año─, en abierto contraste con la reserva habitual de los británicos, contagiados de la tendencia al retraimiento y del horror a los ruidos que imprime su condición de isleños. Esas tertulias, que antaño constituían una agradable y casi institucional vía de sociabilidad que incluía a ancianos y jóvenes, van siendo cada vez menos frecuentes, y ceden terreno a otros espacios de reunión y esparcimiento, como las terrazas de algunos bares. Por supuesto, funerales y entierros siguen brindando ocasiones para charlas entre viejos amigos —amigos viejos, sobre todo—, que comparten recuerdos y se felicitan por seguir en la brecha.
El título del libro ─Benamocarra y sus gentes─ remite a los variados orígenes de quienes habitan nuestro pueblo, y sugiere la existencia de una sociedad plural, integrada por personas dotadas, cada una de ellas, de sus propias conciencias, a través de las cuales se entienden a sí mismas y conciben el mundo que las circunda. Así se expresa en los renglones con que se cierra la Introducción:
No hemos perseguido una “memoria histórica‟ exclusivista, parcializada, ni instrumentalizada al servicio de visiones simplonas. Rehuimos, con convencimiento pleno, los intentos de cosificar “una” memoria histórica sacralizada, instrumentalizada para justificar la hegemonía o la condición superior de un grupo. Porque la sociedad es plural, plural ha de ser la plasmación de la imagen que, a partir de testimonios del pasado, construye el historiador; y plural también la perspectiva de análisis, nunca monocolor ni apegada a estereotipos predeterminados.
El recurso a la historia oral ha permitido “captar y transmitir incontaminada la frescura del sentir genuino que late en las memorias de nuestras gentes”, después de conversar con calma sobre el tiempo que se fue, los amores, las penas, las heridas, las risas, las fiestas, los padres y los abuelos, las esposas y los esposos, los amigos.
El amor a la tierra es el común denominador de este modesto intento de ‘historia local’ consagrado a rescatar y revivir, a veces con orgullo, a veces con dolor o vergüenza, la trama cotidiana de este pueblecito de la Axarquía al que nuestros mayores solían referirse como ‘el lugar’, porque aquí radicaba su mundo, estrecho si se quiere, pero también tangible, real, rebosante de vida.
En la recogida de testimonios se ha priorizado el acercamiento al pasado de Benamocarra a través de voces femeninas, atentas examinadoras de un día a día a la vez magnífico y miserable, feliz y aciago, envuelto en ropajes humildes y contenedor de tesoros encubiertos. Se ha buscado así que la recogida de noticias del ayer benamocarreño tradujera la sensibilidad femenina, tan orillada por lo general en los trabajos de reconstrucción del pasado.
La gran mayoría de las entrevistadas son mujeres entradas ya en años, que han aportado una muy interesante perspectiva de género desde la que se aprecia la existencia de muchos dramas familiares soterrados entre cuyos componentes invariables figuran casi siempre el alcohol, los celos y la violencia. El matrimonio, a lo que se ve, representaba muchas veces el final abrupto del falso camino de rosas de un noviazgo: como si, al formalizarse la relación entre hombre y mujer, se desvaneciera el amor, y aquél adquiriera la clara conciencia de que, como ‘cabeza de familia’, debía imponer su autoridad sobre la esposa reproductora y sometida.
Esta publicación sobre Benamocarra representa sólo un primer pasito para que muchos vecinos dejen atrás la barrera y salten al ruedo, y coadyuven así a plasmar la memoria colectiva de nuestro querido pueblo. Con esto nos proponemos ampliar el espacio de convivencia y de respeto que hemos tratado de construir con el apoyo y la ilusión de muchos de los nuestros. Todas las voces y todas las sensibilidades han de ser acogidas y tratadas con respeto, sin miedo a que el cuadro resultante incluya tonos oscuros que no deben opacar un sentimiento de respeto y reconocimiento hacia las personas que nos precedieron. Ciertamente cometieron errores y esparcieron dolor ─el mismo que arrastraban clavado en sus corazones─, pero también se esforzaron por sacar adelante a sus familias, amaron a su manera… y dieron el salto que, al final de la vida, nos corresponde acometer a todos. No nos quepa duda: también ellos tienen mucho que reprocharnos. Así, pues, seamos magnánimos y agradecidos.
Nos quedan las huellas de nuestras pisadas remotas y de los pasos de quienes nos precedieron: no para que se imiten esas andanzas, que el camino de la vida es responsabilidad de cada uno. Ni es cierto que cualquier tiempo pasado haya sido mejor, ni puede ignorarse la sabiduría que el tiempo permitió acumular, quizá gracias a la depuración de muchos errores cometidos. Aprendamos precisamente de las equivocaciones nuestras y de nuestros ancestros; pero tomemos buena nota de sus aciertos, de sus sacrificios, de su hondo sentido de la familia, de su amor al trabajo bien hecho, de su esmero en el cultivo de la tierra.
Por supuesto, regresando al grato presente de este acto de lanzamiento y puesta de largo de Benamocarra y sus gentes, es también hora de agradecer a los dos habituales aliados de los proyectos de la Asociación Somos Axarquía: la Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina y el Excelentísimo Ayuntamiento de Benamocarra. Gracias de todo corazón.
Mentiría si negara que, al presumir ante ustedes de los logros y riquezas que contiene el libro, me asalta el pudor ante la conciencia de que estoy adornándome con méritos ajenos. Por eso, para poner en paz mi conciencia atormentada por el gusano roedor, quiero explicitar mi deuda de gratitud a los autores (Pepe, Loli, Remedios, Inma, Mari Carmen, Adeli), a quienes cito por el orden de sus relatos en el libro; a Diana y Lola, autoras respectivamente de la portada y de la contraportada, y a Diana, mi esposa, que ha cuidado amorosamente la edición del libro. Muchas de estas personas con quienes me unen lazos de hondo cariño viven momentos delicados, de dolor físico o moral. Y aquí están, con nosotros, apuntalando el éxito de tantas horas de trabajo. Es verdad que la palabra ‘éxito’, del latín exitus, significa en origen ‘salida’, y en este sentido la adoptaron los ingleses al incorporar a su lengua el término exit). Pero yo quisiera que, en nuestro caso particular, la mención del éxito’ apuntara más bien hacia la entrada y el comienzo de una nueva exploración en el pasado de Benamocarra que enlace con ésta y le dé continuidad.
4 julio, 2022 en 1:17 pm
Excelente profesional de la historia, persona inquieta que, con ojo sagaz, nos tiene acostumbrados a plasmar con elegancia literaria el acontecer local. Manuel, Benamocarra y todo aquel que lea tu libro te agradecerá tan refrescante obra. FELICIDADES
4 julio, 2022 en 10:00 pm
Mi querida amiga: me has sacado los colores. Te agradezco tus palabras, que brotan de una probada y profunda amistad. ¿Pero no te habrás pasado de la raya?
4 agosto, 2022 en 10:16 pm
Conversación con un lector agradecido de Benamocarra y sus gentes.
-Aproveché ayer el barco para leer el libro y me gustó. Puede ser la historia de muchos pueblos de este país.
-En efecto, así es: un trocito de vida de unas cuantas personas que vivieron y murieron, aparentemente sin pena ni gloria, pero que dejaron sus humildes huellas, que nos permiten remontarnos hoy a un mundo lejano en el tiempo, que se desenvolvió en el mismo espacio geográfico que hoy nos rodea.
-El libro me recuerda cosas que viví hace años y muchas que me contaban mi padre o mis abuelos.
Sabéis que muy pronto dispondremos de la edición impresa del libro. Entretanto, si queréis leerlo, basta que pinchéis aquí.