
Hace veinte días apuntábamos en el artículo «¿Qué se juega Putin en Ucrania?» algunas ideas iniciales sobre lo que podría hacer Putin en Ucrania y los riesgos que corría con sus acciones. Ahora es un buen momento para recapitular qué ha pasado, cómo se ha narrado, qué ha hecho la Unión Europea, la respuesta de Ucrania, los intentos de moderación y la prospectiva tras el conflicto. Trataremos más de evaluar los hechos que de emitir opiniones vanas que crean más confusión que claridad.
La narrativa de esta guerra se ha caracterizado por los excesos verbales y el abuso de calificativos contra Vladimir Putin de una prensa occidental amarillista en general. De hecho, Putin se ha comportado como un actor racional: Ha anunciado lo que haría, y ha hecho lo que había anunciado, con independencia de otros actores. Ha mantenido siempre la iniciativa. Sorprende los dobles estándares que se han empleado en comparación con otras invasiones recientes norteamericanas como Libia Irak, Afganistán, u otras más lejanas como Bahía de Cochinos, Panamá, Granada o Vietnam.
[…]
La heroica respuesta del pueblo ucraniano ha superado todas las expectativas. Un pueblo bravo sacrificado por un cómico mediocre, Volodimir Zelenski, que ha exigido un esfuerzo brutal e injustificado a la población. Ha separado familias y ha expuesto a mujeres y niños a situaciones de refugio, pero sin las debidas protecciones contra las mafias de trata de seres humanos.
El presidente ucraniano, se ha convertido en el protagonista de su propia historia inventada, más un actor que un líder. La opción única contemplada por Zelenski ha sido siempre involucrar a la OTAN y a la UE en este conflicto, para convertirlo en una guerra regional más amplia. No ha dado ninguna oportunidad a la negociación ni ha admitido mediación. Zelenski goza, sin duda, de la legalidad como presidente electo de Ucrania, pero no tanto de la legitimidad internacional al vulnerar numerosos tratados internacionales con Rusia. Se considera que no suele cumplir su palabra. Para Zelenski, cualquier acuerdo supondría un fiasco para sus ambiciones.
La UE, tras el decepcionante papel jugado durante la pandemia, tenía una oportunidad de demostrar su solvencia y no lo ha hecho.