
En la LOMLOE, aprobada a fines de 2020, los bachilleres pasan de puntillas por todo lo sucedido más allá del siglo XIX, para centrarse en un «complejo camino» hacia la democracia que, en la mente de los ideólogos metidos a historiadores, constituye el hilo conductor para entender la historia de este martirizado país. El resultado, se prevé, será demoledor: preparamos a la generación más ignorante sobre la historia de España. Eso sí, si alguien se atreve a huir de los programas oficiales de enseñanza, incurre en herejía y cae sobre él el peso de la ley.
Hemos partido de un texto redactado por Mario de las Heras, al que puede accederse mediante este enlace, para adelantar unas primeras críticas al currículum de una asignatura cuya laminación se intenta conseguir mediante ese bodrio normativo.
_____
La nueva historia de España de esa demencial Ley de Educación del actual Gobierno nacional parece el anuncio de un nuevo modelo de producto: un coche, un televisor, un teléfono. La historia aparece tratada como un objeto donde no se hablará para nada de los visigodos, de Al-Andalus o de los Reyes Católicos: una España que más allá de La Pepa, la Constitución de 1812, apenas existirá. Así la aprenderán los jóvenes bachilleres españoles, futuros ignorantes de sus raíces históricas.
La memoria democrática, los nacionalismos, la identidad o el desarrollo sostenible se imponen a los Austrias, a la Prehistoria o al Medievo. El nuevo «sentimiento nacional» es la «diversidad identitaria», tal y como se muestra en una asignatura donde se pone de relieve una glorificada II República: «las grandes reformas estructurales que acometió la II República, identificando sus logros y las reacciones antidemocráticas que se produjeron y que derivaron en el golpe de Estado que supuso su fin».
La libertad, «eje vertebrador»
Nos hallamos ante una idea de currículum que se propone que los alumnos adquieran la capacidad de formar «juicios propios argumentados en fuentes fiablesy en trabajos históricos contrastados, que eviten la desinformación y favorezcan el diálogo». Bonitas palabras que a duras penas ocultan el tremendo fiasco y la gran estafa que se ocultan detrás de ellas.
Se auspicia la sustitución del llamado modelo «enciclopédico» por el denominado «competencial», donde «la libertad» como «eje vertebrador»sólo puede entenderse desde la Constitución de Cádiz, y no a través de cualquier época anterior, pasando por hitos insustituibles como la citada II República, frente a los «conflictos y las consecuencias del uso dictatorial del poder». Simple palabrería, cuando no torpe politiquería.
Una nueva historia donde se habla del «origen y la evolución del nacionalismo español en el siglo XIX», como recurso para adquirir conciencia del papel que juegan las identidades múltiples, y las normas y símbolos establecidos como marco común de convivencia, para inculcar el respeto a los sentimientos de pertenencia.
«Bienestar del alumno»
Se ha proyectado una asignatura donde los alumnos también abordarán «los mecanismos de dominación, control, subordinación y sumisión» que han sufrido las mujeres a lo largo del tiempo. ¡Qué bonito! Y mejor aún lo que sigue: la historia contemporánea tiene su reflejo en otras disciplinas de la educación como las matemáticas, a las que se dará un «sentido socioemocional», más recientemente llamado «destrezas socioafectivas», para «erradicar ideas preconcebidas» y «fomentar el bienestar del alumno y el interés por esta disciplina».