
En estas fechas previas a la Navidad, son muchas las personas que viven la tradicional Novena de Navidad o de Aguinaldos, sobre todo en mi querida Colombia, y también en Ecuador, igualmente querido.
Hace tiempo quise adaptar unos versos, muy hermosos, que se recitan cada día en ese acto piadoso que congrega a tantas familias y que constituye un signo identitario que pasa de una a otra generación.
Con respeto a la diversidad de sentimientos religiosos de las personas que acceden a la Red, entiendo que a todos nos conmueve la inocencia del niño, que de nada presume y que nace necesitado de cariño. Quienes hemos tenido la dicha de ser padres no podemos dejar de conmovernos con estos pasajes.
Permítanme que comparta con ustedes estas estrofas.
_____
-Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas,
ven, no tardes tanto!
-¡Maravilla inmensa
de mi Dios amado,
que hasta hacerte un niño
Tú te has rebajado!
-¡Oh Divino Niño,
ven para enseñarnos
la prudencia que hace
verdaderos sabios!
¡Ven a nuestras almas,
ven, no tardes tanto!
-¡Oh, Dios poderoso
que, amoroso hablando,
al pueblo de Israel
diste los mandatos!
Ven, no te retrases,
para rescatarnos.
Y que un niño débil
muestre fuerte brazo,
¡Ven a nuestras almas,
ven, no tardes tanto!
-¡Oh raíz sagrada
de Jesé, en lo alto
erguida y alzada,
muestras el camino
a tu pueblo santo!
-¡Niño de mi alma,
que has sido llamado
lirio de los valles,
bella flor del campo!
¡Ven a nuestras almas,
ven, no tardes tanto!
¡Llave de David
que abre al desterrado
las cerradas puertas
del regio palacio!
¡Sácanos, oh, Niño,
con tu blanda mano,
de la cárcel triste
que labró el pecado!
¡Ven a nuestras almas,
ven, no tardes tanto!
¡Oh, lumbre de Oriente
sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas
tu esplendor veamos!
¡Niño tan precioso,
dicha del cristiano,
luzca la sonrisa
en tus dulces labios!
¡Ven a nuestras almas,
ven, no tardes tanto!
¡Espejo sin mancha,
Santo de los santos,
sin igual imagen
del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas,
salva al desterrado
y, en forma de Niño,
da a este pobre amparo!
¡Ven a nuestras almas,
ven, no tardes tanto!
¡Rey de las naciones,
Mesías esperado,
de mi alma anhelo,
pastor del rebaño!
¡Niño que apacientas
con blando cayado
a la oveja arisca,
y al cordero manso!
¡Ven a nuestras almas,
ven, no tardes tanto!
¡Ábranse los cielos,
baje de lo alto
bienhechor rocío,
como riego santo!
¡Ven, hermoso Niño!
Ven, Dios tan amado;
luce, hermosa estrella;
brota, flor del campo.
¡Ven a nuestras almas,
ven, no tardes tanto!
¡Ven, que ya María
extiende sus brazos,
prepara sus risas
al Dios humanado!
¡Ven, que ya José,
con anhelo santo,
se dispone a darte
amoroso abrazo!
¡Ven a nuestras almas,
ven, no tardes tanto!
¡Del débil auxilio,
del doliente amparo,
consuelo del triste,
luz del desterrado!
¡Vida de mi vida,
mi dueño adorado,
mi constante amigo,
mi divino hermano!
¡Ven a nuestras almas!,
¡ven, no tardes tanto!
Véante mis ojos
de ti enamorados.
Abrace tu cuello,
estreche tus manos.
Aun hecho de barro
te aprieto en mis brazos,
te canto la nana,
te miro extasiado.
¡Ven a nuestras almas,
ven, no tardes tanto!
-Ven, Salvador nuestro,
por quien suspiramos,
¡Ven a nuestras almas,
ven, no tardes tanto!