
En esta entrevista a tumba abierta, el escritor catalán expone sin reservas a Lorena G. Maldonado sus puntos de vista y sus opiniones sobre temas que los modernos inquisidores han establecido como tabúes. Lo hace sin complejos, en clave de alegría y de escepticismo. Y no oculta la angustia que se apoderó de él, en su momento, cuando “empezó a dudar de conceptos manoseados -y a menudo, tramposos- como progreso, democracia o fraternidad”, y el temor que experimentó a ser fulminado por el ‘ala de la imbecilidad’. Entonces avistó por vez primera el final de una era.
El escritor no duda en reconocerse tonto por haber creído en su juventud en la revolución comunista, el paraíso del proletariado, el padrecito Stalin.
Y las palabras que dedica a las políticas educativas de España son de aúpa: “Se han cargado la educación porque no les interesa la gente educada, es evidente. Yo si fuera político también preferiría que la gente fuera completamente tonta. Se han cargado la educación, ¡adelante…! Hombre, está bien, ¿eh? Piensa que a partir de ahora ni un solo estudiante español será contratado jamás por una universidad extranjera ni podrá trabajar jamás en una empresa seria. Tendrán la reputación que tienen los bachilleres marroquíes o del Líbano o de Etiopía”.
NOTA de SAICSHU: No compartimos el juicio sobre los bachilleres libaneses. Líbano es un maravilloso país, culto y tolerante, que ha subsistido a mil tormentas y que merece ser tratado con mucho respeto.
No se pierdan el texto completo de la entrevista, accesible desde aquí. Y saquen sus propias conclusiones.