
Sería fácil acumular ejemplos que muestran la contradicción entre lo que Podemos proclama y lo que practica -afortunadamente hay que habar ya en pasado- el que fuera su líder hasta el batacazo electoral del 4 de mayo.
A la postre, esas incoherencias lo han conducido al precipicio, por mucho que quiera achacar su caída en desgracia a los tabernarios fascistas tan caros al señor Tezanos.
Si nos preguntamos qué dice el código ético de Podemos sobre las remuneraciones o cesantías de los miembros del partido que dejan de ejercer un cargo público, advertiremos la flagrante oposición entre las palabras y los hechos del fugaz aprendiz de brujo.
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Durante una entrevista en Radio Televisión Española, el 9 de abril, Iglesias justificó la percepción de su indemnización. “Hay algunos que piensan que nosotros no tenemos derecho a lo mismo que el resto que ha estado antes en posiciones de Gobierno”, dijo. Sin embargo, el código ético de su partido, que se puede consultar en su página web, establece “la obligación de no percibir ninguna remuneración ni cesantías de ningún tipo una vez finalizada su designación en el cargo”. Según el documento, “quienes con anterioridad al cargo fueran titulares de un empleo público retomarán con carácter definitivo el último puesto del que fueran titulares definitivos u otro puesto equivalente en términos de salario, dedicación, área de actividad y localidad”. Si no tenían un empleo público, “cobrarán la prestación por desempleo que les corresponda”.