
La historia de las emociones, una disciplina reciente, aspira a renovar nuestra comprensión del pasado escudriñando los sentimientos de aquellos que lo vivieron. ¿Qué aporta esta perspectiva a la comprensión de la Segunda República (1931-1936), cuya vida política se vio marcada por un estado emocional incandescente que condujo a posturas antagónicas?
Desacreditada por su complicidad con la dictadura de Primo de Rivera, la monarquía de Alfonso XIII sobrevivió muy poco a la renuncia del general jerezano. La proclamación de la República, el 14 de abril de 1931, fue recibida con ilusión en amplios sectores del país que esperaban una regeneración de la vida pública.
Parecía abierto, así, el camino hacia una evolución pacífica, en un sentido de mayor libertad y modernización. El Socialista, órgano del PSOE, titulaba que el pueblo se había entregado a “manifestaciones delirantes de entusiasmo”. El periódico incluía, a continuación, un grito que resumía el espíritu del momento: “¡Viva España con honra y sin Borbones!”
Mientras tanto, en muchos municipios del sur, como los de Andalucía, quedaban patentes los antagonismos de clase. Mientras la mayoría de la gente salía a la calle para dar vivas a la República, el cacique del lugar y sus partidarios, sin nada que celebrar, presenciaban con inquietud las novedades.
Algunos años después, en 1935, durante un discurso multitudinario en Valencia, Manuel Azaña rememoraría así unos inicios en los que todo parecía posible, unos momentos en los que aún no se había perdido la inocencia: “Acaba de instaurarse la República; eran los tiempos del entusiasmo, de la esperanza […]. Todo el mundo se figuraba que el porvenir consistiría en una senda de flores”.
Para muchos, la instauración de la República equivalía a tocar el cielo. Un poema de Antonio Machado, al estilo de los romances populares, equiparaba el cambio con la llegada de la primavera. Machado, por cierto, izó la bandera tricolor republicana en el ayuntamiento de Segovia. Al parecer, según un testigo, lo hizo con lágrimas en los ojos.