
SAICSHU no es un espacio para la expansión afectiva o para compartir intimidades. Pero, como ocurrió en la anterior entrada, no puedo dejar de abandonar el habitual tono formal y circunscrito a lo profesional, para agradecer tantas muestras de afecto recibidas desde el fallecimiento de mi padre, el pasado 15 de marzo.
He experimentado una profunda conmoción interior, que me ha ayudado a relativizar tantos sucesos coyunturales y pasajeros en el corto o medio plazo, y para reflexionar sobre las grandes verdades de la condición humana: la vida y la muerte, los padres y los hijos, el amor al esposo o a la esposa, la esperanza de una vida eterna, la justicia y la compasión…
Después de ese parón obligado por las circunstancias y por la profunda angustia provocada por la ausencia de una persona tan queridísima como ha sido -es- mi padre, reanudamos nuestra comunicación, no sin antes reiterar mi agradecimiento a cuantos han querido confortarme con palabras que respondían a sentimientos hondos de cariño.
Pero no olvidemos que más allá de los ires y venires de la vida académica y de los aparentes éxitos y fracasos en los ámbitos investigador y docente, hay realidades que hemos de afrontar con entereza, porque son las que dotan de sentido a las pequeñas luchas cotidianas.