Este artículo de Luis Mauri, que se publicó en El Periódico, se ocupa de un personaje siniestro, el capità Collons, jefe de la policía de la Generalitat en tiempos de Companys, que tenía atravesados a los anarquistas.
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El capità Collons era un hombre de acción. Un soldado sin uniforme. Un ultranacionalista fascinado por la virilidad fascista de los años 30, fundador de las milicias paramilitares de Estat Català. El capità Collons también tenía un nombre oficial como todo el mundo: Miquel Badia.
Badia fue jefe de la policía de la Generalitat desde diciembre de 1933 hasta septiembre de 1934. Fue destituido por Companys tras haber ordenado a sus hombres apresar en los juzgados al fiscal que dirigía la acusación contra un amigo suyo.
Antes de su cese, se había ganado una acreditada fama como represor y torturador de anarquistas y sindicalistas. El periodista Víctor Alba, comunista antiestalinista del POUM, evocaba en 1998 en el Avui: «Los hombres de Badia, los escamots de un Estat Català que no tenía nada que ver con el de Macià y que inspiraba mucha desconfianza a ERC, se dedicaban no a perseguir fascistas, sino a gente de la FAI, a cenetistas y, sobre todo, a las juventudes libertarias. Los conducían a la Via Laietana, les sacaban la camisa, los ponían de cara a la pared y anunciaban que iban a matarles; desde detrás, uno disparaba por encima de las cabezas y otro, simultáneamente, lanzaba piedrecitas contra las espaldas de los detenidos. Más de uno se desmayó e incluso alguno perdió la cabeza».