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Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades

Lucas Molina Franco. Persecución y sectarismo en la Cataluña de Companys

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El fracaso de la sublevación militar de julio de 1936 en Barcelona propició que el poder real en las calles pasara a manos de las milicias de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) y de la FAI (Federación Anarquista Ibérica) sobre el resto de organizaciones izquierdistas o nacionalistas. Más de 40.000 milicianos deambulaban por la capital catalana el día 20 de julio, autodenominándose, con selectividad excluyente, «el pueblo», pese a que el pueblo, por lo general, estaba en sus casas, amedrentado tras los terribles sucesos de aquellos días de lucha.

Lluis Companys Jover, presidente de la Generalidad de Cataluña desde el 26 de mayo anterior, tuvo los reflejos suficientes –tragándose los sapos y las culebras de rigor– para cortejar y halagar a los anarcosindicalistas tras su victoria en las calles barcelonesas. Éstos, que necesitaban un personaje manejable al frente de la presidencia del gobierno autónomo y la apariencia pública de un poder institucional real mientras seguían dominando la calle con su ideario libertario, se dejaron querer y lo mantuvieron al frente de la Generalidad.

Con una hipocresía sublime que denotaba la demagogia del personaje, Companys afirmó en su discurso a los cenetistas el mismo 20 de julio lo siguiente: «Ante todo he de deciros que la CNT y la FAI no han sido nunca tratadas como se merecían por su verdadera importancia. Siempre habéis sido perseguidos duramente y yo, con mucho dolor, pero forzado por las realidades políticas, que antes estuve con vosotros, después me he visto obligado a enfrentarme y perseguiros. Hoy sois los dueños de la ciudad y de toda Cataluña porque solo vosotros habéis vencido a los militares fascistas y espero que no os sabrá mal que en este momento recuerde que no ha faltado la ayuda de los pocos o muchos hombres leales de mi partido, de los guardias y de los mozos…».

[…]

Un esclarecedor informe oficial republicano, fechado tras los sucesos de mayo de 1937 y conservado en el Archivo General Militar de Ávila, pone los pelos de punta y señala la deriva del orden público vivida en Cataluña durante los diez primeros meses de la contienda. El documento comienza así: «En todos los aspectos la situación política de Cataluña se manifestaba dentro de un proceso caótico con tendencia a empeorar. La intervención de los anarquistas dentro del gobierno aumentó el ritmo de dicho proceso y la autoridad del gobierno de la Generalidad decrecía en la misma medida en que aumentaba la influencia anarquista (…) Economía, Abastos, Sanidad y una influencia preponderante en Orden Público eran los reductos de los anarcosindicalistas (…) Esta preponderancia de los hombres de la FAI se debe a la cobardía de la Esquerra, la cual se sometía por completo al dictado de los anarquistas…». Cobardía de la Esquerra. Eso pensaban y afirmaban los propios republicanos.

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