Hace unos días la vicepresidenta del Gobierno de España, Carmen Calvo, animaba al Partido Popular a realizar algún tipo de valoración sobre los mensajes de WhatsApp filtrados a militares retirados, a los que definió como un ¡grupo de fascistas’. Es, al menos, la tercera vez en poco tiempo que la vicepresidenta utiliza el término fascista para referirse a un grupo de personas en concreto, o a un adversario político. En septiembre, mientras presentaba la nueva ley de Memoria, destacó que la misma serviría para “defender la democracia frente al fascismo de Vox”, a los que ya antes había acusado de representar el ‘fascismo organizado’ del siglo XXI.
Al mismo tiempo que Calvo sacaba de paseo esta semana el fascismo por el ámbito político, la red social Twitter se convertía en sede de un nuevo y acalorado enfrentamiento entre dos famosos usuarios. En esta ocasión se batían en duelo tuitero el exdiputado de Ciudadanos Juan Carlos Girauta y el pianista James Rhodes, quien publicó un post en el que se burlaba de la estatura del alcalde de Madrid, que desencadenó la guerra entre ambos. Entre descalificaciones varias, a las que acabó sumándose otro habitual de la gresca, el eurodiputado de Vox Hermann Tertsch, Rhodes terminó por invitarles a crear ‘un club para fascistas y solitarios’, antes de anunciar acciones legales.