
La semana anterior algunos medios de comunicación de carácter internacional, como El País, recogían la noticia que el derecho de uso al agua comenzaba a cotizarse en Wall Street. Evidentemente, ese escenario era muy previsible que sucediera desde hace algún tiempo, dado que determinadas compañías norteamericanas, como el caso de “The Coca-Cola Company”, vienen negociando desde años atrás con las distintas repúblicas -al Sur de río Grande (como es denominado en la tierra del Tío Sam) o Río Bravo (designado así, ese mismo curso fluvial, por nuestros hermanos mexicanos)- licencias administrativas o concesiones sobre los derechos de agua, además, de adquirir masivamente empresas punteras de agua envasada, marcas cerveceras y de bebidas gaseosas.
De modo, que este recurso natural, considerado un bien común de dominio público, tiene ya los días contados para reconvertirse en otra mercancía o producto especulativo de esta ingeniería financiera que soportamos y, por tanto, un engranaje más al control y dependencia del centro sobre las periferias.