Hace un mes se publicaba en La Razón un artículo que daba fe de la caída en picado de la popularidad de Putin, por el elevado número de contagios de covid-19. Como el objetivo de un gobernante de las características de Putin es mantenerse arriba a todo costo, caiga quien caiga, incluso si se requiere eliminar físicamente a adversarios políticos, Rusia abandera ahora supuestos éxitos en la obtención de una vacuna contra el coronavirus. ¿Alquien otorga algún crédito a esos cacareados logros?
Lamentablemente, la clase política instalada en el poder, en cualquier parte del mundo -salvo excepciones contadísimas-, gobierna y toma decisiones exclusivamente en clave de intereses políticos partidistas y electoralistas. Incluso los que accedieron a esas esferas con programas supuestamente antisistema y con esperanzadores mensajes de revitalización de la gestión política apenas tardan unos meses en aprender los vicios de aquellos a quienes criticaron y denostaron. A los lectores españoles resultará familiar la deriva de Podemos, de la mano del matrimonio Iglesias-Montero, anticapitalistas de toda la vida y entregados hoy a lujos que debieran avergonzar a quienes confiaron sus votos a esos ‘redentores’, si dejase de operar el adoctrinamiento que les ciega y les impide pensar por cuenta propia.