Al menos 1.200 becarios de universidades nacionales y extranjeras no reciben el dinero de las becas por parte de la Secretaría de Educación Superior.
Andrea L. obtuvo una beca para estudiar una maestría en España, después de haber sido una de las mejores estudiantes de pregrado en una universidad ecuatoriana. Llegó a Europa con la idea de lograr el ansiado título de cuarto nivel dejando a su padres en Quito. Pero, en marzo de 2020, la llegada de la pandemia de covid-19 lo cambió todo y su vida como estudiante se convirtió en una batalla por sobrevivir.
De pronto dejó de recibir los USD 1.200 mensuales que se supone le debía entregar la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) como parte del programa de becas que financia el Gobierno.
Ese dinero, que es parte del contrato que firmó con la Senescyt, no solo sirve para pagar la colegiatura, también el arriendo y la alimentación.
Inicialmente se las ingenió para mantenerse con sus ahorros, pero el retraso en los desembolsos, por parte de Senescyt, la empujaron a vender parte de su ropa y varios artículos personales para cubrir el arriendo y comprar comida.
Desde España, esta joven afirma que ha considerado abandonar la universidad, pues su alternativa es gestionar un crédito bancario para costear sus necesidades básicas en un país ajeno.
Ella dice que el retraso para los becarios en el extranjero es injusto, pues por su condición de estudiantes no tienen la posibilidad de trabajar, además que gran parte de mundo estuvo paralizado y eso significó la pérdida de miles de empleos.