El escritor peruano Mario Vargas Llosa (1936) es un aplicado lector de la prensa internacional y jamás deja de estar alerta a lo que pasa en el mundo. Sus opiniones, por lo mismo, abarcan un gran espectro temático y puede pasar de los diagnósticos del orden mundial a sus intereses literarios en cosa de segundos. Ese fue el tono del diálogo que mantuvo ayer con el periodista y columnista de La Tercera, Héctor Soto, en Conversaciones LT.
Cuando se le preguntó por su opinión con respecto a cómo afectará el golpe de esta enfermedad al planeta, fue bastante claro, aunque indefectiblemente pesimista. “Saldremos de esta pandemia menos arrogantes, más convencidos de que la naturaleza tiene más secretos que debemos descifrar y mucho más pobres”, comentaba desde su casa en Madrid. “Creo que esta situación va a afectar sobre todo a los países que estaban luchando para salir del subdesarrollo. Ojalá no tenga consecuencias políticas catastróficas y no nos vuelva a traer dictaduras, desconfianza y rechazo al sistema democrático y liberal, que es el único que puede sacarnos de la pobreza”.
Ganador del Premio Nobel de Literatura 2010, el autor de La guerra del fin del mundo y La ciudad y los perros entre otras novelas, matizaba así su diagnóstico: “Superaremos esta situación sin ningún lugar a dudas y si somos sensatos dedicaremos más tiempo y dinero a la investigación científica con el objetivo de no permitir o disminuir lo que ha pasado”.
La charla comenzó a través de esta gran pincelada general de Vargas Llosa: “El mundo entero no esperaba una epidemia de esta magnitud y nos ha tomado de sorpresa. Los miles de muertos y las disposiciones estrictísimas que los países han puesto en marcha para frenar esta plaga nos indican que estábamos demasiado ensoberbecidos por los progresos de la técnica y la ciencia: creíamos haber dominado la naturaleza. Pues bien, esta pandemia nos ha demostrado que estábamos en un grave error y que todavía la naturaleza puede darnos sorpresas muy desagradables y violentas”.
Defensor del liberalismo y enemigo de los autoritarismos de cualquier signo, el narrador se refería así al orden político en medio de la crisis sanitaria: “Esta pandemia nos deja algunas enseñanzas de tipo político. En primer lugar, esta experiencia ha dado a los gobiernos una fuerza extraordinaria y muchos hemos consentido en darle ese poder pues pensábamos que era la mejor manera de combatir una plaga que aún no tiene cura. Esto, naturalmente, conlleva muchos riesgos que tienen que ver con la democracia, la libertad de expresión y las libertades públicas. Creíamos que al otorgarle esos suprapoderes actuarían mejor. Sin embargo, varios gobiernos, incluso democráticos, se han aprovechado de estas circunstancias para materializar controvertidas agendas políticas y hacerse propaganda”.