La crisis supone un desafío. Desde la OIT, ¿qué medidas recomendará al Perú para la reconstrucción del mercado laboral?
Ante todo, estamos ante una crisis inédita tanto por su magnitud como por las posibilidades de reconstrucción post crisis. Existen varias hipótesis sobre el comportamiento de la economía durante la reactivación. En base a crisis anteriores, una opción es que la tendencia económica tendrá una forma de “V”, con una fuerte recesión inicial, seguida de un rápido crecimiento (caso de 2009 en Perú). O, más bien, la economía formará una “U”, con un periodo largo de estancamiento, antes de volver a encontrar un crecimiento sostenido, como ha sido el caso de varios países europeo tras la crisis financiera. Hoy, el gran desafío es precisamente que la reactivación económica no solo depende de las políticas económicas anticíclicas, sino de la propia contención del virus una vez finalice el confinamiento, parcial o total, y de la capacidad de reactivación internacional. Los últimos estudios muestran que el virus seguirá en la sociedad, induciendo incertidumbres sanitarias, sociales y económicas. La singularidad de esta crisis es precisamente que existe una posibilidad sería de no tener una reactivación uniforme ni en Perú ni a nivel global, sino oscilar entre periodos de crecimiento, y periodos de nuevas contracciones –por posibles fases futuras de confinamiento parcial o en ciertas regiones. La reactivación económica tendría una forma en “L”, una fuerte recesión actual, seguido de olas de crecimiento y decrecimiento.
Para los empleos, esta situación es extremamente preocupante, y genera incertidumbres para las inversiones privadas y una reticencia a contratar personal. Es aún más preocupante en una economía cuyos empleos se concentran en sectores poco productivos. Es lo que llamamos la heterogeneidad productiva de la economía peruana y una productividad total de los factores muy baja. Muchos de los sectores de alta productividad tienen pocos trabajadores (telecomunicación, banca y seguro, minería), mientras los empleos se concentran en sectores de baja productividad (comercio, distribución, transporte, agricultura tradicional, etc.). El 2020, y posiblemente el 2021, podría ser caracterizado por una reactivación parcial o por la reactivación en ciertos sectores estratégicos (salud, educación, distribución, bancos, telecomunicación, pesca, etc.), mientras otros quedan rezagados (turismo, transporte aéreo, economía recreativa, gastronomía, etc.).
¿Cómo reactivar?
Lo que hay que entender es que a nivel económico, social y laboral, la crisis es particularmente violenta porque golpea tanto la demanda como la oferta de trabajo. Requiere de políticas de ambos lados, sin las cual se generaría un círculo vicioso de recesión, precarización e informalidad, que terminaría con los beneficios generados durante las dos últimas décadas. Sobre todo si el comportamiento de la reactivación tiene esta forma en “L”.
La demanda de trabajo ha bajado drásticamente por haberse frenado drásticamente la producción nacional (por el confinamiento) y porque la demanda de los socios comerciales del Perú ha caído y seguirá baja durante la reactivación. La OCDE estima una caída de hasta 32% del volumen del comercio de bienes en 2020. La tradición de activación de la demanda dice que al enfocarse en el crecimiento, se generarán las condiciones para generar empleos. La reactivación requerirá de políticas públicas, no solo de “incentivos” al sector privado que generarían inversiones de renta inmediata, sino de políticas de desarrollo productivo focalizadas donde los Gobiernos centrales y descentralizados, el sector privado, los trabajadores y la academia tienen un papel estratégico de orientación de la economía. A través de la concertación entre los actores de la economía real, Perú podría aprovechar esta crisis para reducir su heterogeneidad y aumentar su productividad para acercarse a sus principales competidores económicos. El lanzamiento de un plan de reactivación y diversificación productiva permitiría potenciar sectores intensivos en mano de obra (transporte, salud, agricultura de exportación, pesca, manufactura textil, etc.) o nuevos sectores en el panorama productivo peruano (economía digital, logística, energía renovable, etc.). Una estrategia basada en la sostenibilidad ambiental y la digitalización de sus sectores podría también preparar la economía peruana para ser más productiva y competitiva en el futuro y generar empleos más sostenibles, más calificados y de mejor calidad, y volver sobre la senda de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles.
Del lado de la oferta de trabajo, los trabajadores, en particular los poco calificados, no tendrán otra opción que refugiarse en la informalidad o cambiar de rubro. Según la última encuesta de IPSOS, 42% de los peruanos señalan haber quedado sin empleo o sin percibir ingresos. En este sentido, las políticas activas del mercado de trabajo ayudarían a generar nuevas fuentes de crecimiento y de ingresos, sin esperar el efecto de las políticas de demanda para generar beneficios sociales. Estas políticas han demostrado su efectividad en la región y el mundo. La crisis sería la oportunidad de invertir en la reconversión profesional, la educación y la formación profesional para preparar talento humano a los nuevos sectores de crecimiento, definidos en las políticas de desarrollo productivo. Podría también materializarse a través de programas intensivos en mano de obra, como Trabaja Perú, que ha sido activado para distribuir el bono a los independientes, o potenciar los Servicios Públicos de Empleo.
Finalmente, Perú debe usar la crisis para plasmar un sistema de protección social eficaz, tanto para sus prestaciones de corto plazo (salud, desempleo) como de largo plazo (pensiones), y para fortalecer su sistema de seguridad y salud en el trabajo. La OIT ha llamado desde hace años y recientemente ha publicado un estudio sobre el déficit estructural de cobertura de los adultos mayores, los más vulnerables durante esta crisis. Por otro lado, la extensión de la cobertura en salud y la articulación es indispensable entre los subsistemas contributivo y no contributivo, público y privado. Finalmente, sería útil pensar en dotar al mercado de trabajo peruano de protección de los ingresos en tiempos de crisis, de un verdadero “mecanismo de protección contra el desempleo”, adaptado a la realidad. El riesgo de nuevos brotes del COVID-19 requiere proteger a trabajadores particularmente expuestos.