En este artículo se pone en evidencia que “Ecuador, ya antes del coronavirus, enfrentaba una coyuntura económica llena de urgencias fiscales y con un ambiente internacional muy difícil, que estrangulaba las cuentas externas. El ambiente social, exacerbado por un manejo económico recesivo y una gestión gubernamental caracterizada por la improvisación, también se estaba cargando de frustraciones y protestas, como las vividas en octubre pasado”. Y se cuestiona la eficacia de las acciones emprendidas por el Gobierno para tratar de sanear una economía y un sistema de salud que hacen agua por todos sitios.
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