En estos días, muchos se han dirigido a las estanterías en busca de títulos como La peste, de Albert Camus, o Los novios, de Alessandro Manzoni. Hay otro libro quizá menos conocido, pero igual de interesante para comprender lo que vivimos hoy: Diario del año de la peste, una brillante crónica novelada de Daniel Defoe que describe el ambiente de Londres durante la epidemia de peste entre 1664 y 1666.
La obra de quien escribiera Robinson Crusoe no es una novela al uso, tampoco un relato histórico, un libro de memorias o una crónica periodística. Defoe –que tan solo contaba cuatro años de edad cuando la peste llegó a la capital británica– crea aquí un fascinante relato de “recuerdos inventados” escrito en primera persona, un collage literario que entremezcla datos estadísticos, presuntos testimonios, “leyendas urbanas”, anécdotas y, quizá, algunos vagos recuerdos de infancia.