Gabriel Miró trazó este admirable retrato de Benidorm en Años y leguas (1928). Cualquier parecido con el Benidorm contemporáneo es pura coincidencia. Y lo mismo podríamos decir de tantos lugares idílicos -pienso en Acapulco (México)- echados a perder por el salvaje asalto de un turismo que acabó por arruinar precisamente aquello que había sido el gran atractivo para el saqueo.
Aparte la denuncia y el doloroso sentimiento por la pérdida irreparable de paisajes únicos, nos queda el recuerdo y la nostalgia de lo que fue un paraíso mediterráneo.
Disfruten la extraordinaria descripción de esta estampa de Miró.
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