El presidente ecuatoriano parece haber entendido al revés la noción de Estado-Providencia, como si fueran los ciudadanos los obligados a sostener al Estado en los momentos difíciles, sin que, al parecer, el Estado deba preocuparse poco ni mucho por los apuros económicos en que se desenvuelve la vida de la mayor parte de la población.
Lenín Moreno dijo que Ecuador pierde ocho millones de dólares al día a causa del coronavirus y del desplome del precio del petróleo; y, ante la adversa coyuntura, receta el siguiente tratamiento: recortes presupuestarios, reducción de salarios de empleados públicos y endeudamiento.
En Italia, el país que fue la puerta de entrada a Europa del coronavirus a gran escala, Giuseppe Conte ha anunciado un paquete de ayudas de 25.000 millones para familias y empresas, profundizando en medidas tomadas anteriormente. Se han aplazado los pagos de la hipoteca hasta dieciocho meses para los más perjudicados por la crisis existente y se concederán créditos fiscales para pequeñas empresas de hasta el 60% del coste del alquiler. Se proporcionará una ayuda de 600 euros, exenta de impuestos, a los autónomos que hayan perdido el trabajo a consecuencia de la crisis sanitaria.
En Francia, el ministro de Finanzas, Bruno Le Maire, anunció ayudas por valor de 45.000 millones de euros y garantías de préstamos por 300.000 millones. En el asunto de la vivienda, Francia ha profundizado mucho en las ayudas, sobre todo mirando al mundo empresarial: ha anunciado el cese de las facturas de agua, luz, gas y alquiler para las PYMES (Pequeñas y Medianas Empresas) en dificultades a raíz de la crisis sanitaria (siempre y cuando el arrendador pueda asumirlo).
El Gobierno de España aprobó en Consejo de Ministros una moratoria (de entre uno y tres meses) en el pago de la hipoteca para los afectados por la crisis del coronavirus. El decreto incluye también la prohibición de cortar suministros básicos (agua, luz y gas) a colectivos vulnerables.
Pero el Gobierno del Ecuador va a lo suyo: trata de arreglar unas cuentas imposibles mediante el avasallamiento de los ya exprimidos y exhaustos empleados públicos. Por supuesto, la empresa y la banca son sagradas y no deben ser incomodadas.
19 marzo, 2020 en 5:58 pm
Qué más se podía esperar de un felón así ?