Nuestros queridos gobernantes rivalizan en irresponsabilidad. El vicepresidente segundo se salta a la torera una cuarentena que obliga a todos, seguramente porque no se fía de sus fieles compañeros de coalición y no quería perderse un Consejo de Ministros en el que esperaba ponerse muchas medallas.

Y el presidente de ese gobierno -con minúsculas-, que debía haber empezado ya la cuarentena, esperó hipócritamente a que se celebrara el Consejo de Ministros para que se anunciara a destiempo su ingreso en cuarentena, y violó así sus propias disposiciones, temeroso de que su gente se dejara seducir por el ‘otro’ y claudicara ante la astucia de su aliado de circunstancias.

Y así, entre juegos infantiles y mutuas trampas, discurren nuestras vidas asediadas por el coronavirus y la infantilidad gravemente irresponsable de unos cantamañanas que se exhiben ante nosotros como oráculos de Delfos, mientras intrigan entre bambalinas para apuñalar por la espalda a su socio de gobierno.

Nada han de sorprender las durísimas declaraciones de personalidades tan populares como Fernando Alonso o Víctor Sánchez del Amo -por mencionar el caso de dos deportistas prestigiosos-, que han expresado su repulsa ante la incapacidad exhibida en estas duras circunstancias por la clase política.