Desde el Gobierno de España se alentó del modo más temerario la participación en las manifestaciones del 8 de marzo, a pesar de que ya era un secreto a voces que el coronavirus había iniciado su propagación en ciudades como Madrid de un modo alarmante. Esa misma noche repuntaron los casos de contagio de coronavirus en Madrid. Y varias de las ministras del Gobierno que participaron en la manifestación de la capital de España se han visto afectadas, entre ellas la (i)rresponsable del Ministerio de Igualdad, que no quería privarse de su baño de multitudes después de la aprobación en el Consejo de Ministros del anteproyecto de ley de libertad sexual que permitirá a nuestras hijas volver borrachas a casa a las tantas de la noche sin más inconveniente que los accidentes de tráfico que puedan ocasionar y su correspondiente aunque insignificante costo en vidas humanas.

Desde el Gobierno de España han venido regateándose recursos a la investigación científica desde hace tiempo, con el argumento de los recortes Y hoy el (i)rresponsable de la Presidencia del Gobierno nos pone en manos de la comunidad científica. Ellos nos salvarán, dice el iluminado.

Las actuaciones del actual Gobierno de España frente a la pandemia del coronavirus recuerdan los desmentidos de la existencia de una crisis económica de ámbito mundial por el Gobierno de Rodríguez Zapatero, cuando ésta era ya una realidad insoslayable, o a los negacionistas del holocausto judío por la Alemania nazi. Y es que no hay peor ciego que el que no quiere ver.

Eso sí, el presidente de Gobierno de España ha invocado la pandemia del coronavirus para tratar de anclar los apoyos que precisa para la aprobación de unos Presupuestos que le permitan seguir jugando a que gobierna, aunque todo cuanto propone y promete este (des)Gobierno no sea más que humo de pajas, verdades aparentes que el paso del tiempo desnuda como disimuladas mentiras.

Por eso, cuando las aguas vuelvan a su cauce y se reanude la actividad parlamentaria, será el momento de exigir responsabilidades. Los ciudadanos tenemos derecho a que no se nos manipule al servicio de enredos y cábalas de ambiciosos compulsivos de poder, dispuestos a vender nuestras almas al diablo con tal de prolongar un sueño que a estas alturas ya está convirtiéndose en pesadilla.

La pregunta, inquietante, es: ¿asumirán alguna vez responsabilidades los aprendices de brujo?