Aunque el concepto esté hoy poco de moda, como ha podido verse en Madrid hace unos días, en el Congreso de los Diputados, a Chéjov le preocupaba mucho
Para Chéjov, la gente educada “respeta al individuo, y por eso siempre es indulgente, blanda, cortés y condescendiente”. “Disculpa el frío, la carne demasiado hecha, la acritud y la presencia de los extraños en la casa”.
La gente educada “paga impuestos”; “es honrada y teme la mentira como el fuego”; “no se humilla con la finalidad de suscitar compasión en el otro”; “no es vanidosa”; “si tiene talento, lo respeta”; “educa su gusto estético”…
La educación no es un tema baladí sino una dedicación exigente. “Para educarse y no estar por debajo del nivel medio -señala- hace falta el trabajo constante día y noche, la lectura permanente el estudio, la voluntad”…”Hay que tener el coraje de renunciar y arrimar el hombro”.
Sí, nos conviene seguir escuchando y leyendo a Chéjov.