ICSH

Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades

Manuel Ferrer. Universidad Técnica del Norte (Ibarra, Ecuador): el cacique se perpetúa

1 comentario

lo que no

No hace todavía veinticuatro horas difundí la imagen que preside esta entrada, con el siguiente comentario: “La fotografía es expresiva de la trágica evolución de la Universidad Técnica del Norte -UTN- (Ibarra, Ecuador), presa de un cacicazgo que se las ha ingeniado para perpetuarse, cooptando a quienes en conciencia lo reprueban pero carecen de arrestos para enfrentarlo”).

Un buen amigo, cuya calidad humana está por encima de toda sospecha, reaccionó malhumorado: “por favor, deja de compartirme esos artículos tan vengativos e hirientes sobre Ecuador. Los que queremos sacar el país adelante tenemos suficiente con tener que lidiar con la situación social de Ecuador. No hace falta que nadie ponga el dedo en la llaga”.

Transcribo mi respuesta, porque me parece indicativa del propósito que nos mueve cuando desde el blog de SAICSHU señalamos conductas erradas o poco honradas, sin escatimar detalles que ponen en el candelero esas actuaciones fraudulentas.

______

Lamento de veras que consideres “vengativos e hirientes esos artículos sobre Ecuador”. Y, como te aprecio mucho, quiero brindarte explicaciones respetando, por supuesto, tus puntos de vista y tu sensibilidad, aunque no los comparta (precisamente en la aceptación cortés de las discrepancias se halla la base de la convivencia). No pretendo que cambies de criterio, ni trato de apuntar ningún supuesto error de tu parte, por la sencilla razón de que no lo hay; pero sí me importa que me entiendas: y, sobre todo, que adviertas que los destinatarios de esas diatribas son personas de carne y hueso de cualquier parte del mundo, de muchas nacionalidades -estadounidense, alemana, colombiana y ecuatoriana, entre las últimas que recuerdo- vinculadas todas al mundo de la educación superior, que han protagonizado comportamientos indignos o cometido abusos de poder. Al exponerlos a la luz pública nos proponemos contribuir a la erradicación de esas arbitrariedades, en Ecuador y en otros países. ¿Cómo podría albergar la más mínima hostilidad hacia un país que me acogió durante cinco años, donde fui muy feliz y donde conservo muchísimos amigos?

En todo caso, queda tranquilo, que, en lo sucesivo, no compartiré contigo escritos de este género, porque por encima de todo aprecio la amistad de personas nobles como tú, y no deseo que por mi causa te lleves malos ratos.

Publicaciones como la que ha causado tu enojo apuntan por lo general a responsables de universidades incursos en conductas escandalosas que causan un daño social de enorme magnitud, especialmente sensible cuando se trata de instituciones que se sostienen con recursos públicos. Y el caso de la UTN es paradigmático, como reconoce cualquiera que haya vivido de cerca sus manejos internos, prácticamente desde su fundación. En pocas ocasiones he visto un mayor descaro en el modo en que se gestiona y administra una institución, como si fuera un coto privado de caza donde se hace y se deshace según la libre inspiración y el capricho del cacique de cabello teñido, y donde se violan normativas laborales que muchos hemos dejado de denunciar por la simple razón del costo económico y el desgaste moral que requeriría el recurso a los tribunales.

En este sentido no deja de resultar más que significativo que de los casi cincuenta “PhD” que ingresamos en 2015 apenas hoy queden tres o cuatro en la UTN. Los demás escapamos por piernas, porque considerábamos intolerable la vida en una universidad donde hasta hace muy poco se desconocían los mecanismos más elementales que rigen la investigación, y donde la adscripción de tareas docentes se realiza de espaldas a la capacitación profesional de quien ha de impartir unas materias que en muchos casos le han sido asignadas por personas incompetentes, carentes de un mínimo de trayectoria académica y sobradas de ínfulas y de ridícula autocomplacencia.

En algunos casos, la denuncia de casos como éste nos ha permitido obtener importantes victorias, como la salida del rector de la UNAE, cuya trayectoria escandalosa desnudamos ante los ojos de Senescyt. Y también paliamos algunos de los efectos perniciosos de una convocatoria de plazas docentes en Yachay, que algunos aprovechados se propusieron usar en su propio beneficio o en el de sus allegados.

Si yo viviera en Ecuador, tal vez ahora me plantearía el recurso a la administración de justicia para denunciar algunas de las irregularidades que me ha tocado padecer. Pero estando fuera resulta muy costoso y de resultado incierto. Por eso empuño el arma de la palabra y de la razón, y empleo una ironía a veces ácida para sustentar estas denuncias respetuosas: pero nunca encontrarás insultos groseros en ninguno de mis escritos ni en los de otros colaboradores del blog.

Cada uno contempla el mundo desde su perspectiva. Yo, en lo personal, asumo que hay que luchar por regenerarlo, cada uno desde su leal saber y entender. Quiero mejorar las cosas diciendo obviedades (que está mal lo que está mal), y esforzándome para que empiecen a arreglarse tantos desafueros, se corrijan errores o se minimicen arbitrariedades y abusos: y esta aspiración empieza a ser posible cuando una masa crítica adquiere conciencia de las vergüenzas que se sacan a relucir.

Por tanto, mi convicción profunda es que sí hay que poner el dedo en la llaga: nada arreglan los paños calientes ni el disimulo del que dirige la mirada hacia otra parte para no ver lo que le incomoda. Más aún: la denuncia puede llegar a constituir un imperativo moral en muchos casos. ¿O te parece justa la impunidad de quienes, aseguradas sus espaldas y llenos sus bolsillos, hacen de su capa un sayo y actúan de modo tiránico como caciques que ante nadie han de responder?

Te aseguro que dispongo de muchas evidencias, muy fuertes, de que las cosas son como las describo, ya que no me fundo sólo en mi experiencia personal sino en las observaciones practicadas por muchos colegas con quienes compartimos información en el blog.

También quienes propalamos vergüenzas ajenas luchamos por sacar el país adelante. Tal vez la diferencia con otras mentalidades partidarias del silencio es que entendemos que los grandes problemas requieren grandes remedios y, a veces, dolorosas cirugías.

Un pensamiento en “Manuel Ferrer. Universidad Técnica del Norte (Ibarra, Ecuador): el cacique se perpetúa

  1. Pingback: Manuel Ferrer Muñoz. La investigación en la universidad ecuatoriana hace un lustro | ICSH

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.