Existe, como naturaleza humana, la inteligencia, que es la capacidad de resolver problemas o anticiparlos y reflexionar sobre todo ello. Eso la vincula con la consciencia. En realidad no hay ‘inteligencia’, así en general, hay inteligencias aplicadas a cada situación. Una persona puede ser inteligente hoy y estúpida mañana, o inteligente para unas cosas situaciones y boba para otras.
Existe la emoción cuya función más básica es decir «me gusta/no me gusta». Nos permiten evaluar la situación en la que nos encontramos, aunque no sepamos cómo hemos llegado a ella y condicionan las acciones que nos son posibles en esa situación emocional. Si, por ejemplo, estamos en ira no tendremos apenas capacidad de conductas tiernas.
La Inteligencia Emocional (IE) por su parte es una construcción social reciente que ha nacido en el marco del neoliberalismo y de las nuevas necesidades del mercado laboral. Se trata de unos conceptos y técnicas destinadas al entrenamiento de trabajadores intermedios para que se comporten de manera eficaz para el funcionamiento de la empresa o grupo en el que están insertos.