Andrés Manuel López Obrador, presidente de los Estados Unidos Mexicanos, obtuvo un triunfo histórico: más de 30 millones votaron por sus propuestas en contra del viejo régimen.
Sin embargo, no se actúa en consecuencia con el compromiso de terminar con el neoliberalismo cuando se aplican rigurosamente algunos de sus dogmas principales: cero desequilibrio financiero, ninguna reforma fiscal progresiva. Hay recortes en salud, educación, cultura, ciencia, protección al medio ambiente y se despide a miles de trabajadores públicos, en su mayoría de ingresos bajos y contratados por honorarios.
Los programas asistenciales para jóvenes y ancianos no son suficientes para emprender una lucha contra la desigualdad. Se requiere una política de inversión en programas productivos en la ciudad y el campo que generen empleos y salarios dignos.
El neoliberalismo no se acaba por decreto presidencial.
Cambiar la política desastrosa del neoliberalismo implica enfrentarse a grupos poderosos de la oligarquía, no realizar alianzas con ella.
Se requiere librar una lucha contra los ‘valores’ del consumismo, el egoísmo, la mezquindad y demás basura ideológica del capitalismo.
El presidente Andrés Manuel López Obrador tiene el deber de respetar sus compromisos y de escuchar las voces críticas de tipo popular, sin descalificarlas y sin poner a todos en el mismo sitio que a sus opositores de derecha.
Presidente Andrés Manuel López Obrador, no falle.
No permita que se convierta la esperanza de millones en una nueva estafa.