En la misma entrevista realizada a Tal Ben Shahar, que recogimos en una reciente entrada en nuestro blog, se contienen estas otras palabras, que invitan a una reflexión a fondo: “la revolución de la informática y las redes sociales supone un desafío sin igual para nuestros cerebros; [y, sin embargo,] nuestro cerebro no ha cambiado y, encima, lo sometemos a infinitas distracciones: en un solo día recibimos más información que una persona media en toda su vida hace un siglo. Tenemos que aprender a lidiar con esa sobrecarga”.
Por eso, si queremos contribuir a enriquecer el pensamiento de nuestros contemporáneos, hemos de cerrar de vez en cuando ojos y oídos al mundo virtual que amenaza devorarnos y cultivar la interacción con nuestros semejantes, cara a cara, para aterrizar en el mundo real y recuperar la sensatez.
Recibo visitas de colegas amigos que vienen a conversar, y disfrutamos esas charlas tranquilas, paseando por el campo o charlando en el pequeño antejardín que hay a la entrada de mi casa, en un diminuto pueblo de la Axarquía, en la provincia de Málaga (España). Ese contacto con la naturaleza, con la gente sencilla de este pintoresco lugar, constituye una terapia que a más de uno le ha permitido reconstruir su escala de valores, que se había deteriorado por tanto ruido virtual y tanta conversación insustancial pseudoacadémica.
La puertas de mi hogar están siempre abiertas a quienes desean reponer fuerzas en un ambiente tranquilo y quieren aventurarse por las sendas de la tranquilidad y de la meditación.
Pronto escribiré este lema a la entrada de la casa, aun a sabiendas de que mis vecinos se preguntarán por el significado de esas palabrotas: non multa, sed multum.
29 octubre, 2019 en 10:24 am
Viene a propósito la lectura de una anterior entrada del blog: https://icsh.es/2014/09/10/manuel-ferrer-pensar-con-claridad-entender-y-escribir-con-sensatez/