El acuerdo adoptado por la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) el 10 de octubre establece unas condiciones que, en la práctica, inhabilitan cualquier vía de entendimiento con el Gobierno de Moreno: que el FMI salga del Ecuador y que sean separados de sus cargos la ministra de Gobierno y el ministro de Defensa. Asimismo, ese documento explicita que el móvil del levantamiento no ha sido sólo la eliminación del subsidio de la gasolina, sino “evitar que nos hipotequen el futuro, y que paguemos con hambre y pobreza de dos y tres generaciones lo que no frenamos a tiempo hoy”.
Así las cosas, no hay salida negociada a la vista, y empieza a cobrar cada vez más visos de verosimilitud la salida del Gobierno de Lenín Boltaire. Eso sí, si ésta llegara a producirse, Moreno habría hecho una brutta figura, y se abriría un interrogante angustioso sobre el inmediato futuro del Ecuador, pues tanto la opción Lasso-Nebot como la opción Correa suscitan rechazos viscerales de sectores muy amplios de la población y ninguna de ellas concita el imprescindible consenso.
El camino de la concordia parece inviable, y Ecuador se aboca a un drama político de tamaño descomunal que amenaza con envolver al país en una situación de gravísima incertidumbre.