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Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades

Manuel Ferrer Muñoz. Populismos, cajón de sastre

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En dos ocasiones se ha asomado el tema del populismo al blog de nuestra predecesora Red de Investigadores sobre Identidades Nacionales: a través del discurso que en 2014 pronunció en Zaragoza Gloria Alvarez Cross, en el Parlamento Iberoamericano de la Juventud; y por medio de la reseña del libro que, con ese título, publicaron en 1989 Felipe Burbano y Carlos de la Torre.

Lejos quedan la célebre conferencia de Isahia Berlin de mayo de 1967, que comparó de modo gráfico al populismo con el zapato de la Cenicienta, y el emblemático texto de Ernesto Laclau, que esbozó una teoría del populismo en 1977. Ya inaugurado el siglo XXI, encontramos la propuesta de Gerardo Aboy, en 2001, de repensar el populismo desde una perspectiva local.

Ciertamente se trata de un fenómeno que en el curso de los últimos años ha ido adquiriendo una fuerza inusitada, hasta el punto de trastornar el panorama político de países como Italia y Francia o, más recientemente, Ucrania, y de amenazar la primacía de los socialdemócratas en las recientes elecciones celebradas en Finlandia.

Se califican (o descalifican) como populistas a formaciones políticas de orientación izquierdista (sería el caso de López Obrador, en México), o de extrema derecha (Bolsonaro, en Brasil).

En España, el populismo va a incursionar en las Cortes de la mano de Vox, en la legislatura que pronto arrancará, si es que no había hecho ya su ingreso de la mano de Podemos. Lo pintoresco es que una y otra formación política compartan la misma etiqueta denigratoria, cuando Vox es considerada de extrema derecha, en tanto que Podemos se sitúa decididamente a la izquierda.

En una coyuntura política que amenaza la hegemonía de partidos políticos de largo recorrido, el Partido Popular, seriamente cuestionado por el desprestigio provocado por escandalosos casos de corrupción de algunos caracterizados dirigentes, ha querido atraer votos en las recientes elecciones generales incorporando a sus listas a personajes “populares”, entre los que no ha faltado algún torero: el resultado ha estado muy alejado del éxito.

Pareciera que sólo venden populismo formaciones de nuevo cuño, carentes de historial que las lastre y emisoras de mensajes elementales susceptibles de calar en el electorado a corto plazo, como la instrumentación de la ira popular contra los recortes sociales o el fantasma de los inmigrantes.

A los estudiosos de la política se abre un campo de investigación que requiere clarificar muchos conceptos. Cumple, pues, abordar investigaciones que analicen casos particulares, de modo que se superen las improvisaciones y los epítetos antojadizos, para abordar el acercamiento a estas nuevas inquietantes realidades desde perspectivas científicas, alejadas del calor de la prensa partidista, de los entusiastas mensajes de los nuevos iluminados, de los discursos tenebrosos de políticos obsoletos caídos en desgracia.

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