Este artículo de Javier Martínez Torrón, recientemente publicado en “La Tercera de ABC” a raíz de los atentados del Domingo de Resurrección en Sri Lanka, invita a una reflexión en profundidad en torno a una de las cuestiones en torno a las cuales gravitan las relaciones internacionales, con penosísimas consecuencias en los planos social, político y religioso.
No queremos cerrar esta breve entradilla sin anunciar una iniciativa que pondremos en marcha en el Servicio de Asesoría sobre Ciencias Sociales y Humanidades, convocando un concurso de ensayos que debatan el tema con fundamento crítico. Esperamos disponer en breve tiempo de las bases del concurso, que daremos a conocer oportunamente en este blog.
___
«Sólo el islam puede luchar con éxito contra ese falso “islam”. Son las comunidades musulmanas las que pueden desmentir, y deslegitimar, a quienes matan mientras se proclaman como defensores del islam. Saliendo sin temor y en masa a la calle, gritando que quienes asesinan a hombres, mujeres, niños y ancianos no sólo no representan a su religión, sino que profanan el nombre del islam cuando cometen el peor de los crímenes al matar a un inocente»
___
Despierto esta mañana de Pascua conmocionado por la noticia de los salvajes atentados en Sri Lanka. No es casualidad que se busque transformar la celebración cristiana de la Resurrección en un día de muerte. Cuando escribo estas líneas se sigue concretando la autoría, pero dos cosas parecen claras: que los ataques tienen un sesgo anticristiano, y que sus responsables buscan no sólo sembrar terror sino también, y sobre todo, odio. Porque un estado de terror es siempre pasajero, pero el odio permanece como la polución, en ocasiones visible, imperceptible otras veces, y contaminando casi todo.
Los españoles, que hemos sufrido no sólo el terrorismo que se autodescribe -falsamente- como islámico, sino sobre todo décadas de terror por parte de ETA, sentimos una particular empatía ante este tipo de hechos. Y los españoles sensatos saben que en estas situaciones no hay nada peor que morder el anzuelo. Es decir, identificar una minoría extremista con la mayoría a la que -insisto, falsamente- dicen representar. A nadie en sus cabales se le ocurriría confundir al pueblo vasco con ETA, lo cual, naturalmente, es lo que ETA deseaba. Y a nadie en sus cabales se le ocurriría confundir al islam con un puñado de peones descerebrados que asesinan guiados y manipulados por otras personas, que no son en absoluto descerebradas y saben muy bien lo que hacen.
Texto completo: Islam contra «islam» (ABC 23042019)