Como preludio a este artículo, que puede devolver la esperanza a más de un pesimista, nos interesa constatar que, en la inmensa mayoría de los países, la universidad dejó de ser ilusionante hace muchos años. Algunos hemos perseverado por vocación, porque amamos la sabiduría y confiamos en las generaciones más jóvenes.
SAICSHU quiere poner su granito de arena en la recuperación del espíritu que alentó a las viejas universidades. Y ésta es, precisamente, una de las motivaciones de la revista que proyectamos a medio plazo. Quienes ofrezcan su colaboración y deseen plantear propuestas son bienvenidos.
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Nunca dejé de amar. Más allá de las convenciones, de las certidumbres, de las limitaciones. Amé y amo cuanto tengo alrededor; miro, indago la vida con curiosidad; veo caer una hoja debilitada por el viento o por el peso del pequeño colibrí y me pregunto, me cuestiono siempre. No puedo dejar de inventar historias verdaderas o reales ficciones. El docente es o más bien debería ser esto, un encantador de serpientes que dota de vida y emociones a quien por alguna razón ha dejado de apasionarse por ella. Un docente te abre la mirada, te quita la respuesta unívoca para proponer múltiples y complejas realidades mutantes. Te sirve la mesa para el diálogo que los fortalece a ambos, maestro y pupilo; te abre la posibilidad de errar porque solo errando aprendes, enlazas y disfrutas descubriendo.
Estudiar con placer, por placer, impulsado por el eros emocional; provocando un alma que pugna por liberar al ser humano de sus propios canceles. El arte y la educación son medios para alcanzar una buena vida. Todos somos seres creativos; más allá del mundo material que nos rodea podemos sin lugar a dudas ver más allá de las cosas, recurrir a los fenómenos que nos permiten conectarlos, contrastarlos, sabernos planetarios. Y el docente de vocación te abre y se abre los poros; y te lleva de la mano a romper con la especialización o la visión de túnel; te vuelca a recorrer otras rutas del saber y arroparlas en la tuya, aquella que por casualidad o vocación escogiste. Unos caminos se enlazarán con los destinos laborales otros no, pero todos servirán siempre para enriquecernos.
El aprendizaje, ay el aprendizaje que tanto nos duele, que tanto nos cuesta. Nos duele porque es punitivo, porque casi siempre viene desde el castigo y el poder de quien imparte. Porque en vez de engrandecer la maravillosa y latente vida de los seres humanos, los impugna, los empequeñece. Olvidamos como profesores que quien está frente, callado, mirándote, también tiene mucho que enseñarnos. Pero…lo enmudecemos, hacemos de él un número más para encumbrar nuestros propios egos.