
En estas fechas previas a la Navidad, son muchas las personas que viven la tradicional Novena de Navidad o de Aguinaldos, sobre todo en mi querida Colombia, y también en Ecuador, igualmente querido.
Hace tiempo quise adaptar unos versos, muy hermosos, que se recitan cada día en ese acto piadoso que congrega a tantas familias y que constituye un signo identitario que pasa de una a otra generación.
Con respeto a la diversidad de sentimientos religiosos de las personas que acceden a la Red, entiendo que a todos nos conmueve la inocencia del niño, que de nada presume y que nace necesitado de cariño. Quienes hemos tenido la dicha de ser padres no podemos dejar de conmovernos con estos pasajes.
Permítanme que comparta con ustedes estas tres estrofas.
-¡Maravilla inmensa
de mi Dios amado,
que hasta hacerte un niño
Tú te has rebajado!
-¡Oh Divino Niño,
ven para enseñarnos
la prudencia que hace
verdaderos sabios!
¡Ven a nuestras almas,
ven, no tardes tanto!
¡Ven, que ya María
extiende sus brazos,
prepara sus risas
al Dios humanado!
¡Ven, que ya José,
con anhelo santo,
se dispone a darte
amoroso abrazo!
¡Ven a nuestras almas,
ven, no tardes tanto!
Véante mis ojos
de ti enamorados.
Abrace tu cuello,
estreche tus manos.
Aun hecho de barro
te aprieto en mis brazos,
te canto la nana,
te miro extasiado.
¡Ven a nuestras almas,
ven, no tardes tanto!
Pingback: Manuel Ferrer. La Navidad que se nos va | ICSH